1. ¿Hola?

753 59 12
                                    

Eran las cinco treinta y un minuto de la mañana, el reloj de la mesa de noche no dejaba de emitir el sonido el cual avisaba a su dueño que era hora de levantarse.
En la misma mesa estaba también su dispositivo, el cual estaba compuesto por un par de auriculares y una pantalla, inalambricos por supuesto.
La realidad es que los móviles se vieron suplantados rápidamente por aquellos aparatos, aunque muchos decían que era el móvil evolucionado, los auriculares contaban con una voz robótica te anunciaba todas tus notificaciones, asistente personal le llamaban, y si era necesario podías revisarlas manualmente con la pantalla. Sin duda un buen invento y el más vendido.

Peter estiró la mano y apagó el fastidioso reloj, su sueño parecía estar en la parte más reparadora y fue increíblemente interrumpido por el sonido tan estresante de su alarma.

Se pasó las manos en la cara, el sol estaba empezando a salir y sus ojos a duras penas podían ver el paisaje. Le gustaba despertar por las mañanas y ver aquel panorama de la ciudad de los Ángeles.
Suspiró y salió de la cama.

Su vida no era la mejor, pero tampoco la catalogaria como la peor, solamente era solitario y un poco aburrido.

Se dirigió a la ducha para poder asearse e iniciar un nuevo día de trabajo.
Eliminó su poca ropa y abrió la llave.

Todos los días parecían ser iguales, excepto el fin de semana.
Disfrutaba trabajar, disfrutaba ser el escritor de aquella empresa, ya que su trabajo era redactar cartas. Quizá era un trabajo un poco tonto cuando allá afuera habian abogados y empresarios salvando al país, pero el amor y los sentimientos eran igual de importantes.
Le gustaba redactar cartas de amor, le gustaba imaginarse en otro persona, le gustaba imaginarse en una increíble historia de amor. A pesar de su divorcio, le gustaba soñar de vez en cuando.

Se talló el cuerpo y nuevamente dejó caer agua en su cuerpo.

Amaba su departamento, era su guarida, su escondite de la humanidad y podía ver todo desde los cristales de su casa, e imaginar que todo era diferente, imaginar que es él quien sonríe junto a un lindo chico, imaginar que es completamente feliz.
Y desde su habitación imaginaba millones de cosas, era un buen soñador.
Agradeció internamente cuando Nat le consiguió el apartamento, a unas cuantas cuadras de su edificio. El lugar estaba bien ubicado, en el centro de la ciudad, una vista envidiable y desde el piso veintidós, era inmejorable.

Salió del baño y se vistió.
Tomó un tostada, untó una generosa cantidad de mermelada de fresa, le dio un mordisco y tomó su maletín al igual que su dispositivo, para luego salir de ahí.

Era una mañana común y corriente.
Caminó todo el pasillo hasta el elevador para ir al trabajo, su rostro seguía igual de despreocupado que siempre, caminaba tranquilo y todo era silencio.

Como todas las mañanas tomó el tren hasta su trabajo mientras revisaba sus notificaciones.

—Ver notificaciones —pidió Peter como todas las mañanas, podría jurar que su asistente personal ya sabía que se venía con él. Era un poco predecible.

—Hay tres correos nuevos en su bandeja de entrada, ¿quieres que los lea?

Llevaba casi un año con el dispositivo y ya se había acostumbrado a aquella voz demasiado robótica; y se preguntaba si todos los demás usaban la misma voz vacía que él escuchaba todos los días.

—Si.

El tren hizo una parada y tuvo que sujetarse bien de la barra de metal de éste y subir su maletín a su hombro.

—Correo número uno: Señor Parker; hemos notado que lleva un retraso inusual en el pago de su tarjeta de crédito, así que...

Peter cerró los ojos, había olviddo pagar la tarjeta. Podría fácilmente decirle a su asistente que lo hiciese pero no parecía tan buena opción.

You. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora