Decisiones

333 5 0
                                    


La tela que cubría mis ojos me raspaba la piel. Era áspera y dura, pero al menos no podía sentir ese sabor salado y enmohecido que tenía la que cubría mi boca.

Había gritado con todas mis fuerzas, hasta sentir como se rasgaba mi voz, pero esa maldita tela ahogaba cada sonido y lo convertía en débiles quejidos.

Joder!

¿Por qué me encontraba en esta situación?

Las cuerdas que aprisionaban mis manos y mis pies a la dura silla de madera, habían sido atadas con maestría y firmeza ya que con el paso del tiempo notaba cómo laceraciones y quemaduras se iban formando en mí piel con cada intento de soltarme.

A medida que iban pasando los minutos un nudo comenzó a formarse en mi garganta y note cómo lágrimas iban inundando mis pupilas poco a poco y comenzaban a descender por mis mejillas.

Impotente..débil...palabras que se iban repitiendo en mi cabeza sin cesar.

Me sentía indefensa y una sensación de desesperación comenzó a recorrerme.

¡¡Y yo no soy una persona indefensa!!

No lo SOY.

La vida me había sido una maestra.. una maestra demasiado buena y me había enseñado de manera exquisita a luchar a cómo recibir un golpe y sobretodo cómo devolverlo. Me había enseñado a deshacerme de esa sensación de soledad e impotencia apremiantes, aunque bueno en realidad esto último me lo había enseñado Luffy..

Cielos Luffy...

Pensar en él.. y los demás, consiguió sosegar mi espíritu un poco.

Aún así no sabía cuánto tiempo llevaba ahí, me parecía que había pasado una eternidad y comencé a preguntarme si Chopper o Sanji se habían percatado de mi ausencia ya.

¡Maldita sea! ¿Cómo me había dejado engañar por esa mujer y sus ofertas?!?!

Se suponía que esta isla era pacífica y el primer día ya me habían timado! ¡¡Y además secuestrado!!

Intenté tranquilizarme un momento y dejar de moverme para poder escuchar algo, algún sonido que me indicase donde me encontraba, pero lo único que interrumpía el abrumador silencio que me rodeaba era mi errática respiración.

Seguí inmóvil, oponer resistencia e intentar librarme de mis ataduras solamente era un gasto tonto de energía. Energía que con toda seguridad necesitaría más tarde, así que lo más sensato sería ahorrar fuerzas.

Comencé a centrarme en mi respiración y a contar en mi cabeza: 1...2...3.... Mi respiración fue estabilizándose poco a poco hasta convertirse en un suave arrullo, entonces empecé a ser más consciente de mi misma, noté como mi espalda se iba agarrotando cada vez más debido a la incómoda posición en la que me hallaba sentada, cómo mis muñecas y tobillos se iban entumeciendo y noté como el pelo se me había pegado al cuello por el intenso calor que hacía en aquel lugar. Un estremecimiento sacudió mi espina dorsal cuando una gota de sudor comenzó a deslizarse desde mi cuello hacia la parte baja de mi espalda.

No pude evitar que una sonrisa burlona contrajera una de las comisuras de mi boca. La situación era ridícula. Si pensaban que por tenerme encerrada, atada y acalorada me debilitaría de alguna manera, es que no conocían suficientemente bien nuestra tripulación y mucho menos a mí. Había pasado por cosas peores.

Respire hondo y acabé por relajarme completamente.

¡Suficiente!

Suficiente diversión habían tenido mis captores por el día de hoy. Reuní mis pensamientos y me centré en mis compañeros...mis amigos. Con ellos había descubierto el verdadero significado de la palabra amistad, camaradería y lealtad. Cerré mis ojos y me imagine lo que estarían haciendo cada uno de ellos en estos momentos, Zoro seguramente estaría en algún bar durmiendo la mona, Sanji estaría comprando ingredientes para la cocina, Robin estaría perdida en alguna librería, Luffy seguiría dándose un atracón.. una sonrisa ahora expectante había brotado en mis labios. Estos bastardos no sabían con quienes se habían metido, casi podía ver ese lugar arder hasta los cimientos. Casi, casi sentí algo de pena por los idiotas que se habían atrevido a retenerme en este lugar.

Seducir al CapitánWhere stories live. Discover now