Único

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No fue culpa de Kageyama.

Realmente no había sido intencional, contrario a lo que muchos pudieran pensar. Él realmente no había previsto que al lanzar el balón, Tsukishima justo saliera del gimnasio y Hinata no lo alcanzara antes del gran golpe. Es decir, habían salido del gimnasio precisamente para evitar aquello. El capitán ya les había advertido que tendrían un castigo si golpeaban a algún miembro del equipo al practicar, pues en ese momento todos estaban descanso. 

Por consiguiente, la carnada definitiva había decidido que sería mejor cubrir su necesidad de entrenar sin descanso más que los demás, afuera, donde nadie podría salir herido.

Claramente ninguno de los dos había previsto la situación.

Justo ahora todo el equipo se encontraba a la expectativa, el golpe no podía haber sido tan grave como para llevarlo al hospital o algo parecido, sin embargo definitivamente había logrado un desmayo y muchos rostros preocupados.

Media hora después de que Tsukishima entrara a la enfermería, el capitán había decidido que lo mejor era dejarlo descansar. Necesitaban seguir entrenando y esperando ahí no conseguirían que el estado del alfa rubio mejorara, por lo cual solo uno esperaría a su despertar.

Teniendo en cuenta la amistad entre el omega pecoso y el alfa desmayado, el más indicado para la tarea era Yamaguchi, después de todo eran mejores amigos y más de uno en el equipo sospechaba que algo más, por lo que no habría problema si el omega se quedaba.

Una vez decidido esto todos procedieron a dejar la enfermería y encaminarse al gimnasio una vez más.


- Oye Kageyama - llamó la atención de su amigo alfa.


- ¿Qué?


- ¿Te sientes culpable? - preguntó en un tono cantarín y burlesco, posando su mano en su boca en una pose sarcástica y burlona.


- Cállate Hinata idiota - gruñó - Además, ¿Cómo podría yo saber que iba a salir justo en ese momento? En cualquier caso fue tu culpa.


- Claro, sigue convenciéndote de eso - Rodó sus ojos entrando al gimnasio junto a los demás.


Desafortunadamente para el equipo no habían trascurrido diez minutos de calma antes de que las puertas del gimnasio fueran abiertas bruscamente. Todos voltearon en esa dirección, algunos se sobresaltaron ante la abrupta interrupción y otros, en su mayoría los alfas, se acercaron más instintivamente, dejando a los omegas del equipo atrás por seguridad.

Jadeos de sorpresa fueron soltados por la mayoría. Tsukishima era el responsable de tal alto. Con la cabeza gacha y todavía en la misma posición, el alfa rubio se encontraba respirando pesadamente en la entrada del gimnasio, como si hubiera corrido todo el trayecto hasta allí o estuviera completamente alterado.


- Tsukishima, deberías descansar - La primera en hablar fue la alfa manager del equipo después de un rato de silencio.


- Es cierto, acabas de recibir un gran golpe. No deberías estar aquí - Habló esta vez el vice capitán, un poco nervioso por la incomprensible situación.


Todos podían sentirlo, algo estaba mal. Las feromonas que soltaba el rubio y su extraño comportamiento fuera de lo usual ya era bastante para pensarlo. Los alfas cautelosamente se acercaron al rubio, pues este desprendía un aura extraña que todavía no eran capaces de comprender completamente. Había algo extraño en él, su olor era más fuerte, no había levantado la cabeza desde que entró y desprendía una inquietante presencia.

Mi omega - TsukihinaWhere stories live. Discover now