Amelia
En su desnudez, cálida y serena como el balanceo de la llama de una vela, aprecié el contorno de mi desgracia, los puntos inconexos de mi pérdida y la belleza infinita de unos ojos que sabían arder.
En su desnudez, cálida y serena como el balanceo de la llama de una vela, aprecié el contorno de mi desgracia, los puntos inconexos de mi pérdida y la belleza infinita de unos ojos que sabían arder.