Noah despierta con las manos manchadas de sangre. Cada mañana la misma rutina: se lava, viste y sale a correr, atraviesa la bruma, se adentra en las profundidades del bosque de pinos rojos y se detiene frente a la única entrada del pueblo, el puente de madera. Son solo unos segundos, pero son suficientes para ver aquellas dos iniciales. Él no lo recuerda, pero cuando ella muere... Su vida se torna oscura ¿Y si la fe fuera destrucción? ¿Y si la máscara fuese la realidad? ¿Y si el amor que conocemos se vertiera en oscuridad? ¿Cuánto estarías dispuesto a sacrificar ante la muerte? Las sombras siempre recuerdan. Ellos son la memoria del mundo. Y la memoria del mundo quiere lo que les pertenece.