Desde que tiene memoria, Tsukishima Kei ha sido capaz de escuchar los pensamientos... de los gatos. Una maldición como esa, porque de ningún modo lo puede considerar un 'don', no ha hecho más que amargar su ya de por sí agria personalidad. Es por eso que encontrar un gato desamparado en su camino a casa de la escuela va a poner su mundo patas arriba, en más de un sentido. En especial porque ese gato no es como todos los demás.