Blas tenía, a la vista de todos, una vida perfecta. Una pareja estable, un buen sueldo y el futuro entero a su favor. Pero, ¿quién dijo que eso garantizaba la felicidad? Junior, en cambio, traía consigo un pasado dificil y el corazón tan hecho pedazos que parecía no poder sanar. Un trabajo horrible y mil recuerdos torturándolo. Sólo tenía una cosa en común, se necesitaban el uno al otro para poder sanar.