Las llamas devoraron el cuerpo sin vida, la luz de sus ojos se aplacó. Esa misma luz que un día iluminó su sendero. Las finas alas de Ertenis taparon la vista de la pequeña. Con voz delicada le susurró al oído -Tranquila, las cosas serán mejor así- La menor no la escuchó, estaba totalmente centrada en el fuego, el calor la abrazaba y el sonido de las llamas vivas era como una hermosa melodía. Observar eso era lo único que la hacía salir de sus tormentosos pensamientos. -Tziano... -Pronunció el nombre con la voz temblorosa.