Estaba todo increíblemente oscuro. No podía saber si sus ojos estaban abiertos o cerrados. La oscuridad le abrazaba y la hacía parte de ella, el aire se hacía cada vez más escaso. Sus movimientos eran lentos y pesados. Y entonces, vio una luz. Un pequeño destello que brillaba débilmente a través del hielo. Empezó a golpear la capa dura que la mantenía cautiva. El agua estaba fría, muy fría. Su vestido entorpecía cada uno de sus movimientos, haciendo más difícil el moverse en su jaula de agua e hielo. Aleteos feroces de miedo rompiéndola por dentro, y por lo que había aprendido pudo identificar exactamente cuál era ese sentimiento. Miedo. Amargo y puro miedo.