Tenia apenas ocho años cuando mi familia empezó a congregar. Si, empezaron porque buscaban un milagro para mí, pero Dios nos regaló una nueva vida. Una vida que dedicariamos solo para él. Aunque no todo era color de rosa, ser adolescente y agradar al mismo tiempo suele ser algo dificil. Aqui va mi historia. Pero recuerda, Dios te ama y quiere tener un trato especial contigo y pasaras por tu propio desierto. Te contaré como atravesé el mio para que sientas esperanza y logres encontrar fuerzas para seguir agradando a Dios de corazón.