-A cada mortal se le otorga y quita una vida y alma a cierto tiempo, y es como una pequeña luz que yace en lo más profundo del pecho, donde nada ni nadie puede alcanzar a tocar, excepto por un dios; el dios de la creación y de la destrucción, que teniendo siglos y siglos de años de dar y quitar la vida de cada mortal, en especial humanos, se encuentra un día con un humano en especial, el cual su vida se merece con totalidad. Sin embargo el dios comienza a cuestionarse mucho acerca de su inusual sentir hacia ese humano, y sufre con particular pesar al no ser capaz de arrebatarle la vida.-