Es lo que pasa cuando juegas con asuntos del corazón... Sin saberlo, buscas llenar y recompensar ese vacío que otro no puede. Comienza con unos pocos susurros de "¿estás seguro?", siendo sólo lujuria y deseo, y te encanta la emoción del secretismo implicado detrás de sus miradas y encuentros a escondidas, de la complicidad implícita en las sonrisas discretas. Y te convences a tí mismo de que sólo es eso. Te dices una y otra vez que ese aleteo en tu estómago no es cariño. Que ese fuego que parece emanar de sus cuerpos y envolverlos cálidamente al compás de sus sonidos de placer, no es pasión. Y que ese calor que sientes en el pecho, no es amor. Pero intentar jugar con el amor es como intentar jugar con fuego, y cuando menos te lo esperas, te estás quemando. Estás en llamas y quemas todo y a todos a tu alrededor. Es lo que pasa cuando juegas con asuntos del corazón.