Mi tío jorge era el menor de los nueve. Tampoco tan menor <<37 años>> digamos que era el típico hijo quedado y de relaciones fallidas. Ninguna mujer le embonaba; nunca entendí si le gustaba cambiar de mujer en mujer, o si simplemente las mujeres se aburrían de él. Es cosa por la que tampoco indagaré. Jorge tenía un taller automotriz muy cerca de casa de la abuela. Todos los diciembres sin excepción me tomaba el tiempo para ir a visitarlo al taller; estaba a unas pocas cuadras. Así que mis papás no tenían problema con dejarme ir. En realidad no iba solo por ir. Me gustaba ir a ayudar; al final mi tío siempre me daba una pequeña propina; y a los 18 años, no te cae nada mal una pequeña propina. Me gustaba llegar y sentirme "el sobrino del dueño" es un título que no sé cómo explicar, pero te hago sentir importante. Mi tío tenía un par de ayudantes. Nunca supe sus nombres, siempre se llamaron por apodos de acuerdo a su complexión. Ninguno de los dos tenía gracia ni chiste. Uno era muy delgado y el otro muy gordo. Nada que observar. No despertaban nada en mi. Aun que el que si despertó algo en mi por primera vez, fue mi tío Jorge. Nunca lo había observado bien. Siempre había estado así de atractivo, solo que yo no me había dado cuenta. Quizá en el pasado era demasiado niño como para fijarme en esas cosas.