Taller argonautas Se sacudió los zapatos ante tan imponente entrada a la ciudad, su silueta escaneada era su visa de entrada. Autos eléctricos lo llevaron a un lugar donde cascadas de aguas bautizaban su rostro marcado por el cansancio . Flores gigantes y faros de luces modernas le indicaban que había llegado a su nuevo hogar. Las huellas digitales abrían la puertas y ventanas. Bastaba tocar un botón en la pared de una habitación para tener alimentos, bebidas, o simplemente saber cómo estaría el clima ese día. Se sentía un niño al que nunca le habían dado un presente, esa rara mezcla de asombro y alegría. Lo extraño eran las personas que habitaban esa ciudad. No se cruzaban entre sí, no se las veía en las calles conversando o disfrutando un café, un helado o una bebida. El tic toc en el fondo de un reloj lo paralizó y salió a su encuentro. Cuando llegó hasta el , un anciano lo miró a los ojos y le dijo: eres el comienzo de mi historia.