Morax, el legendario Dios de los Contratos, tenía una memoria envidiable. No había detalle que se le escapara, ni recuerdo perdido en las penumbras del olvido. Y sin embargo, el sentimiento de haber sido maldecido con tal cualidad no desaparecía. Él añoraba volver a aquellos tiempo donde aún sin entenderlo bien, era feliz, junto a ella. Pero ahora apenas podía recordar la delicada silueta de aquella mujer. ¿Cómo seguir adelante cuando su mente se negaba a olvidar el pasado? ¿Cómo mantener intacto el contrato que lo encadenó en todo lo que ahora puede llamar "presente"? Aquella tarde, con una copa de vino y una flor, se permitió acceder a los recuerdos que todavía ardían dentro de su ser. [Ilustración hecha por: Qing]