- Separaos, chicas contra chicos, un partido de fútbol. - dice nuestro profesor de gimnasia. - Profesor, no es justo, los equipos están desequilibrados. - dice Tyler. Lo que dice me sienta mal. - ¿Estás diciendo que porque seamos chicas vamos a perder? Veo un brillo pícaro aparecer en su mirada. -Puede ser... - dice con media sonrisa. No iba a permitir ni mucho menos que nos diga todo esto. Menudo machista. - De acuerdo. Un partido. Dos meses. Chicos contra chicas. - Ey, ey, ey. ¿Por qué piensas que iba a perder el tiempo con una perdedora como tú?¿Qué gano yo a cambio? - Sí ganáis vosotros, os haré la tarea lo que reste de curso. Sí ganamos nosotras, tendréis que pasearos en calzones por el campus mientras gritáis que sois unos fracasados. - esta vez, la media sonrisa se me dibuja a mí. - De acuerdo. - dice tendiéndome la mano. Le doy la mía, acordando nuestra apuesta. Su piel se siente áspera y cálida, comparada con la mía. - Nada puede cancelarlo. - dice él. - Exacto, nada puede cancelarlo. Voy a soltar mi mano cuando él tira fuerte de mí para dejar mi oído al lado de su boca. Puedo sentir su respiración. - Están desequilibrados porque sois dos menos. Me giro para comprobar que lo que dice es cierto, desgraciadamente y el suelta mi agarre, dejándome caer al suelo. Y ahí quedo yo, sola, en el frío césped, pensando como ganar una apuesta imposible.