A mis doce años, solo había una cosa que importaba en la escuela. Y no eran las calificaciones. Lo más importante era Baxter Marlas. Un año mayor que yo, el chico rubio de ojos grises se pasaba los recesos recibiendo cartas y dulces. Haciendo llorar a las niñas e ignorando a las chicas que lo perseguían todo el día. Aunque yo no era una claro, yo prefería mantener mi obsesión en el anonimato. ¿Cuándo entro yo en la historia? Seis años después, para ser exacta. En mi último año de instituto. Cuando lo único que se me da bien son las letras, y Baxter Marlas esta a punto de perder el año por literatura.