Grande es el rencor que se guarda cuando recibimos una afrenta y es mayor si quien nos insulta es objeto de nuestra devoción. Cuando se lleva acabo la tarea de un amo con celo y se recibe un agravio lo menos que se espera es el brazo fuerte de nuestro protector. ¿Pero qué sucede si fuera de no recibir apoyo se nos castiga injusta y cruelmente? Ese amor se transforma en odio y las mejores venganzas son las que llevan tal ingrediente.