- Eres un verdadero malcriado que debe aprender como respetar a sus mayores - su tono de voz era juguetón y serio a la vez - Me preocupa en lo que puedas convertirte una vez que me vaya... - Entonces no te vayas - las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera procesarlo, pero una vez dichas supe que eran verdad, yo no deseaba que partiera lejos de mí - ¿Por qué debes marcharte? - la pregunta fue desesperada e impaciente, mis manos se aferraron a su chaqueta - ¡Te ordeno que te quedes! La tristeza era evidente en sus ojos, negó repetidamente con la cabeza, ese gesto me hizo enojar, intente zafarme de su agarre, no obstante, él era mucho más fuerte que yo y no planeaba soltarme, ambos brazos se ciñeron en mi cuerpo cuando su frente se pegó a la mía haciendo que nuestras narices se rozaran. - Con el paso de los años comprenderás que no se puede tener todo lo que uno quiere o necesita - sus labios se posaron brevemente en los míos - No tardes en regresar, debes de estar presente en mi ceremonia de despedida Me soltó y esta vez sí me dejo completamente solo, cubrí mi rostro con ambas manos en un intento inútil de suprimir las lágrimas que amenazaban con salir, no me gustaba llorar, era una señal de debilidad, no obstante, mi pecho dolía y no puede contenerlas más, me deje caer sobre mis rodillas mientras lloraba en silencio.