Dos caras, una moneda. Aunque ambas caras difieren, al final terminan perteneciendo a la misma moneda, unidas sin saberlo y sin poder evitarlo. Arrogancia y humildad, odio y amor, deseo y desesperación. Mientras una maldice la poca libertad, la otra reza por ese encierro, anhelando una sonrisa y deseando un final. Una vida por disfrutar, pero el deseo de continuar. Ambas caras son opuestas, pero de igual manera, son lo mismo.
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