Las reuniones constantes de parte de Arceus hacia su sacerdote, Damos, para vigilar el uso de la joya de la vida, trajeron como consecuencia que le tuviera una estimación más allá de lo que tanto él como Damos podían permitirse, sin quererlo entraron en un amor prohibido debido a que estaba involucrada la imagen y credibilidad de Arceus como dios perfecto y la reputación de la dinastía de Damos. Ambos vivirán un amor secreto que llevará consigo muchos problemas tanto para sí mismos como para los de a su alrededor. Aunque eso no evita que Marcus quiera apropiarse de la joya por el bien de su amado pueblo, Michina.