«Lo que no sabía era que ninguno de aquellos amuletos iba a protegerme de lo que me aguardaba aquel día. Algo que no se comparaba con ninguna de las cosas que me habían sucedido hasta entonces en ningún martes trece. De hecho, no se comparaba con nada en el mundo. Estaba por ocurrirme la peor de las malas suertes. Aquel día iba a conocerla».