Cristian Uribe es contactado por error para trabajar en un colegio religioso de niños ricos. Él, como cualquier otro argentino azotado por la crisis, acepta de inmediato. Cristian no sabe nada de religión, de como tratar con adolescentes ni con cualquier otro ser humano. Tampoco sabe cuanto tiempo tiene hasta que el verdadero Cristian Uribe aparezca y reclame su estafa. Mientras tanto, Cristian decide dejarse llevar, lo que significa vestir sotana, collarín y evitar por todos los medios mirar las piernas largas de su estudiante.