Rin se estaba cansando de ser el peón de todos en el tablero de la guerra, quería vivir y celebrar, quería gritar y llorar, quería amar y ser amado, pero Rin empezaba a dudar si algún día tendría la capacidad de disfrutar su parte humana una vez más. Rin también dudaba del latido de su corazón, dudaba del calor que se extendía en su interior cada vez que la sonrisa dorada del mejor estudiante de su clase lo tocaba en las partes más sensibles.