Los ojos del pequeño de tres añitos, se abrieron grandemente, al notar que el rubio más grande se acercaba. Bill tenía la impresión de que estaba viendo a un ángel. El rubio mayor se paró frente a Bill y se inclinó hacia él. -Hola, soy Tom -El rubio le sonrió. Bill se quedó mirándolo y se sonrojó. . . . -¡Oh, joder, Bill! -Tom casi gritó al sentir la lengua del pelinegro-. Aahh. -Gimió y arqueó su espalda.
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