El maniquí detrás de aquel cristal fija los ojos en la gente que pasa por aquel centro comercial. Ha pasado mucho tiempo desde aquel desdichado suceso. Mucho tiempo desde que dejo de vivir, de sentir físicamente. Solo podía recordar. Cada recuerdo era un golpe, sus recuerdos lo golpeaban. Lástima... no podían matarlo. -Perdóname por esto, de verdad lo siento. Cuanto deseaba poder odiar, pero no podía, no debía. -¡Hijo! Madre... De pronto su mirada se cruzó con la de un chico. Un momento, solo un momento basto... El destino... ...¿Una nueva historia? O ¿El final de esta?