Después de aquel 30 de abril, todo se quedó en silencio, un silencio aterrador porque llevábamos mucho tiempo escuchando esos monstruosos sonidos. No escuchar nada quizá fue peor porque desconocíamos lo que sucedía a nuestro alrededor. Habíamos perdido, éramos considerados enemigos mundiales, nadie nos quería cerca y a la vez no querían dejarnos solos. Algunos habían tenido más suerte que otros. Mi familia y yo no la habíamos tenido. Éramos prisioneros en nuestras propias casas. Vivíamos al Este del gran muro. OBRA PROTEGIDA. No se permite su copia o adaptación total o parcial. Safe Creative: 1808278135146
7 parts