A Emiliano Alegre Terán no lo quería nadie, pero lo amaba yo. Era mestizo, hijo de un criollo acaudalado y una india con ojos grandes y oscuros, como de venado. Lo conocí en la catedral: su mano se metió en la canastilla de las limosnas al mismo tiempo que la mía y cuando lo miré a la cara, me sonrió, y yo me perdí en esa sonrisa desde ese día y para siempre. *******FELIZ DÍA DE MUERTOS********