Llovía, o al menos eso recordaba cuando salió del shinsegumi, pero la había dejado de sentir hacia ya mucho, lo único que sus sentidos eran capaces de sentir en esos momentos era el olor a sangre, el sonido del llanto, un frío sepulcral que le recorría la columna y que no tenía nada que ver con la lluvia, ningún sabor en particular pero por algún motivo era amargo, pero lo peor de todo, lo que lo hacía que todo lo demás valiera mierda era la imagen que sus grandes orbes rojos captaban, justo frente a él se encontraba su eterno rival, la mocosa más molesta, llamativa, grosera y vivaz persona que jamás había conocido, estaba enfrente de él con sus ropas rasgadas, llena de cortes y moretones bajo la lluvia, eso era normal, lo que le impacta a era el intenso e insensate llanto que recorría sus mejillas provenientes de sus grandes ojos azules.