-¿Qué?-pregunté confundida. Esto debía ser una broma de mal gusto. De muy mal gusto. -Lo que escuchaste, hija. Te casarás. Quieras o no. No tienes elección- exlamó mi madre tranquilamente. -Pero mamá, yo tengo un novio, tengo amigos, tengo trabajo, mi vida está más que bien, o bueno...lo estaba hasta que ustedes llegaron a arruinarlo todo, como siempre. -Empaca tus cosas, querida. Mañana a las siete de la mañana estaré esperandote en la puerta de tu edificio-niego con la cabeza sin poder creer todo lo que estoy escuchando. Me levanto de mi lugar y me retiro lo más rápido que puedo. No me permitiré derrumbarme frente a ellos, y esta vez, no me controlarán como un juguete. Ya no soy una niña.