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-¡Tocan el timbre! -gritó Trina desde la primera planta de su casa.

-¡Pues abre la puerta, tú estás más cerca! -gritó Tori de vuelta con molestia mientras bajaba las escaleras.

-No puedo, tengo mis manos ocupadas con crema y mostaza -hizo una seña mostrando sus extremidades embarradas de lo mencionado. -Duh

-Eww, ¿por qué tendrías crema y mostaza en las...? Ay ya olvídalo. -con resignación se dirigió a la puerta para abrirla, sabiendo que cuando su hermana estaba ocupada con alguno de sus "tratamientos" cutáneos no habría quien la detuviera.

-Como sea, ve y atiende a la visita, anda. -y sin más Trina se fue corriendo hacia su habitación evitando ensuciar su ropa con la extraña combinación que tenía en sus manos.

-¿Jade? ¿Qué haces aquí? -Tori preguntó con asombro al ver a la persona frente a ella.

-Hola a ti también. -fue lo que contestó con sarcasmo la pelinegra, sin mostrar ninguna expresión en su rostro.

-Lo siento, es solo que no esperaba verte ¿Está todo bien?

Ambas se sentaron en el sillón, nerviosas con la cercanía de la otra. Jade no lo demostraba, pero era demasiado obvio que Tori no sabía cómo reaccionar ni cómo detener el temblor de sus manos y piernas.

-No.

-¿Y puedo ayudarte en algo...? -estaba demasiado confundida por su presencia.

Pero esta vez Jade no contestó. Únicamente se quedó observando a la mujer frente a ella mientras sentía los latidos de su corazón acelerándose cada vez más. Tori estaba en la misma situación y las dos sabían la razón. Se querían, y no era cualquier cariño el que sentía la una por la otra, ni era una simple amistad. Era algo más que eso.

A Jade nunca le habían parecido más lindos aquellos ojos marrones como en ese momento. Y por primera vez en su vida, Tori sentía cómo los grandes ojos azules que tenía frente a ella la hacían sentir tan vulnerable, hasta el punto de dejarla completamente paralizada.

Cada vez más cerca entre ellas podían escuchar sus respiraciones mezclarse. No se habían dado cuenta de lo que estaba a punto de suceder hasta que un grito las interrumpió, obligándolas a separarse antes de ser vistas por cualquier persona.

-¡No puede ser! ¡Mi blusa favorita! -era Trina, quien al parecer había ensuciado por descuido la ropa que traía puesta. Rápidamente bajó las escaleras, dirigiéndose hacia el cuarto de lavandería.

Por fortuna, para ese momento Jade y Tori estaban completamente separadas, una en cada sillón de la sala gracias a que el grito de Trina las había hecho brincar del susto.

-Tori ya vuelvo, voy a dar una vuelta en lo que se lava mi rop... -dijo la mayor rompiendo el incómodo silencio que se había formado minutos atrás, percatándose de la presencia de la pelinegra. -mamá y papá no están en casa, ¿estás segura de que esta loca no te va a matar si las dejo solas?

-¿Disculpa? -intervino Jade con enfado levantando una ceja.

-No Trina, haz lo que tengas que hacer.

Dicho esto, Trina tomó su bolso del perchero y se fue de espaldas a la puerta, viendo sospechosamente a Jade en el transcurso hasta que salió y cerró la puerta de golpe, dejando a solas a Tori y Jade.

-Necesito hablar contigo. -por fin habló la pelinegra, volteandose para quedar frente a frente. -Vine a despedirme.

-¿Qué? ¿De qué hablas? -inmediatamente al escuchar eso, Tori se puso de pie, como si de esa manera pudiera evitar que Jade continuara hablando de aquello. Ella también se paró.

¿Me recuerdas? (Jori)Where stories live. Discover now