6.

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- ¿Pero qué cojones pinto yo en una despedida de soltero?

Volkov se quitaba el uniforme policial en los vestuarios de comisaría, mientras Robert y Matthew insistían sobre aquel asunto.

- Banks quiere que vaya y usted ha terminado el servicio por hoy, no sea aguafiestas y venga con nosotros, hombre.

Robert le dio una palmada en el hombro con una sonrisa en los labios, intentando convencerle. Matthew también insistió.

- Va a ser divertido además, para variar un poco.

- No me gusta variar.

Era cierto que de vez en cuando salía a tomar algo con Robert y algún otro compañero cuando tenían algún día libre, pero nunca había sido el alma de la fiesta y no comprendía por qué siempre volvían a invitarle, y mucho menos a algo como aquello. La despedida de soltero de un subordinado no le parecía un evento lo suficientemente relevante como para verse en la obligación de acudir.

- No tiene por qué quedarse toda la noche, sólo al principio, para brindar todos juntos, se toma un vodka y se va.

Mientras se abotonaba la camisa Volkov suspiró, con el ceño fruncido.

- No creo que sea correcto que casi toda la malla se esté emborrachando mientras todas las fuerzas del estado están bajo amenaza de muerte.

- No busque excusas Volkov, el Capitán Kovacs lo tendrá todo bajo control esta noche. - Sonrió Robert dejando su chaleco antibalas en la taquilla. - Además tampoco nos emborracharemos, si queremos ganar algo en el casino no podemos beber hasta perder el sentido.

- ¿Cómo que el casino?

Y así fue como Volkov se dejó convencer, y se encontró a las pocas horas apostando grandes sumas de dinero en la mesa de Black Jack, rodeado de parte de su propia malla. La noche no se estaba dando mal del todo. Si bien era cierto que Volkov perdía casi todas las rondas, había ganado lo suficiente como para que su ánimo no estuviera tan bajo como de costumbre. Eso y el vodka ayudaron a que reconociera que salir aquel día no había sido una completa pérdida de tiempo.

Pocas horas después, cuando la mayoría de los invitados a la despedida habían perdido más dinero del que deberían y los ánimos comenzaban a decaer, acordaron acercarse hasta el Vanilla para sorprender a Athenea y las chicas, que celebraban allí su parte de la fiesta.

Volkov se planteó en ese momento volver a casa, pero se dejó convencer fácilmente por Robert y el homenajeado Banks, que le pidieron que les acompañase hasta el pub, para tomarse allí la última copa todos juntos. Impregnado de los ánimos de la fiesta accedió, y en unos minutos se encontró saboreando un vaso de Smirnoff en una de las mesas del local. Robert y Mathew estaban con él, enfrascados en una conversación de la que él no formaba parte.

Por eso él fue el primero en observar el cambio que se efectuó en la zona de baile. La gente se apartó, dejando espacio, y las chicas comenzaron a silbar y vitorear a una silueta que, sujetándose a una de las barras verticales, comenzaba a dar giros lentos en torno a ésta.

Su falso uniforme policial, claramente parte de un disfraz, le despistó durante un segundo, pero cuando aquel chico se quitó la gorra y se la lanzó con una enorme sonrisa a Athenea, dejando ver, aunque despeinada, la inconfundible cresta de color gris, Volkov sintió como si toda la sangre se le congelara en el cuerpo.

- ¡Hostia! ¿Ese no es...?

- Sí es, Matthew, sí es. - Respondió Robert, observando también con cierta incredulidad cómo el agente del FBI comenzaba a mover su cuerpo al ritmo de la música.

Winter sun | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora