Botón.

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                Conocía a mi novio perfectamente, eramos amigos desde la primaria por lo tanto se todo de él cómo él de mí. Sin embargo, cuando empezamos a salir no hace un año, cuando estábamos aun en la secundaria, mi di cuenta de la diferentes facetas que Tsukishima tenía conmigo. Antes de confesar nos y decidir tener una relación más allá de la amistad, Tsukki no era tan distinto como ante, la única diferencia era el trato: su actitud era igual, fría y reservada pero amable conmigo, sin sobrepasar el límite de nuestra amistad y reduciendo el contacto a solo palmadas y abrazos de parte mía. Tsukki nunca fue de los tipos que les gustaba el contacto físico, siempre daba un paso para atrás cuando se trataba de toques sutiles en su piel o alguna caricia en el rostro; su madre y hermano, aunque eran familia, no tenían tanto contacto con él por lo mismo. No obstante, yo como su mejor amigo, aunque respetaba su espacio y sus decisiones, no podía evitar dejarme llevar por las emociones y terminar encerrando a Tsukki en un abrazo fuerte y efusivo sabiendo que era posible obtener una mueca de desagrado y simplemente el silencio de Tsukki. Y a pesar de las constantes negativas de mi actual novio, sabia que a él le gustaba que le tocara. Exclusivamente yo.

Cuando por fin tomamos el valor de decir lo que sentíamos y darnos nuestro primer beso, Tsukki cambió. Siendo él el que rechazaba el contacto físico, ahora osaba a tomar mi mano en público con un simple roce de sus dedos y yo, gustoso y enamorado, aceptaba con una gran sonrisa; sin muchas trabas en la lengua, Tsukki siempre me decía cuanto quería besar me, haciéndome sonrojar por la vergüenza, escuchar la boca diciéndome que le gustaría morder y acariciar mis labios con los suyos, provocaba que me estremeciera como si un rayo recorriera todo mi cuerpo; aunque no lo parezca, Tsukki siempre tomaba la iniciativa de tocarnos ya fuera con una suave acaricia o recorrer nuestras manos sobre el cuerpo ajeno, él era apasionado y parecía que no podía evitar que sus manos se posaran sobre mi. Cuando estábamos en la intimidad de mi habitación o en la suya, Tsukki siempre tenia su mano acariciando mi mejilla y la mía siempre agarraba la suya y masajeaba sus nudillos, de su boca salia lo mucho que le gustaba mis pecas y no podía evitar compararlas con las estrellas (las estrellas de su luna solitaria).

Mi cara siempre se tornaba rojita, mi corazón reboza en felicidad. Nunca llegue a imaginar que estaría a lado de Tsukii siendo su novio, siendo dueño de sus palabras y de su cariño. Era como un sueño del que no quería despertar.

Todo había sido tranquilo en el primer año de nuestro noviazgo, éramos tímidos con nuestros cuerpos. Nunca pasábamos de un deslizamiento debajo de nuestra cintura; los besos eran suaves, castos, tímidos y llenos de cariño. Cuando entramos a la preparatoria las cosas comenzaron a subir de nivel, en nuestro primer año comenzamos a experimentar la excitante tensión sexual que teníamos, al tener limites nuestro deseo por explorar nos mutuamente, conforme los meses pasaban, iba agrandándose como un globo que estaba a punto de explotar. Yo siempre fui de creer que Tsukki no me desean de esa forma, de la forma que muchas veces me hizo tener sueños húmedos y me hizo fantasear durante las clases y los entrenamiento, ver lo con su uniforme negro y de entrenamiento me hacia agua la boca. Su cuerpo largirucho comenzaba a tomar forma por el constate ejercicio, sus hombros comenzaban a ensancharse y sus piernas delgadas comenzaban a tonificarse, mientras que yo solo pensaba en lo mucho que quería tocarlo terminando sintiéndome un degenerado o pervertido. Mi cuerpo también estaba cambiando pero no tanto como el de Tsukki, sentía envidia pero al mismo tiempo deseo.

Cada vez que nos besábamos, sentía mis manos añorar por su cuerpo y mis piernas se abrían para tener su cuerpo pegado a mi, pero negatividad y la inseguridad que había en mi cabeza no dejaba que fuera más lejos. Es más, Tsukki no parecía querer ir más allá de los besos suaves y de las acaricias en mi torso, siendo él alguien que aún no se acostumbraba del todo al taco físico, dudaba mucho que el quisiera que lo tocara de una forma más pasional.

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