Capítulo XIII - Si quieres brillar, rodéate de luz.

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La jornada de trabajo se complicó por un pequeño incidente de tipo eléctrico. Para los entendidos en este tema, mis queridos coterráneos: "se fue la luz"; posiblemente, como consecuencia de una tormenta eléctrica que le hacía coro a una lluvia torrencial.

Nana dormía en el regazo de Mariana, se aferraba a su brazo cual peluche esponjosito. Naisha usaba la retroiluminación del teléfono para tener visibilidad parcial y dejaba sonar música para mantener la tranquilidad de todas. Isabella se acurrucaba en Mariana, sentía temor... traumas de infancia.

Algunos de los chicos buscaban entre las cosas si había alguna lámpara o linterna que pudieran usar. Michel ocupaba a los dos choferes desde temprano y todavía no regresaban. A Mariana le preocupaba que Solange y Marbella andaban con ellos, no habían comido, y en ese sentido, ella solía ser estricta.

Cuando el suministro eléctrico se interrumpe, las líneas telefónicas dejan de funcionar, el bombeo de agua, todo al mismo tiempo... es incómodo. Usualmente se instalan plantas eléctricas, así que aquello implicaba "una raya más para la cebra" en el caso de Eddy.

—Esto para el informe, Isabella. Tendremos que continuar cuando regresemos al hotel, eso si Michel no llega demasiado tarde.
—No entiendo por qué tarda tanto. —le respondió ella.
—Y le va a tocar moverse mañana, averiguar las razones por las cuales Eddy no mandó a hacer ese trabajo y también buscar presupuesto. A Bermudez le va a dar algo.
—Se me hace sospechoso que no ha venido. —Isabella sujetaba los pies de Nana, se movió bruscamente y podía caerse.
—Nada la obliga a estar aquí. —la respuesta de Mariana fue escueta, su humor no era el mejor.

En uno de los escritorios, Julieta reposaba sobre sus brazos, no dejaba de observar al grupo, en especial a Naisha. Sentía que no existía para ella, que la veía como el resto. Deseaba estar ahí, cerca, compartir con ella, hablarle... de un momento a otro, era imposible acercarse, y no por Naisha, sino por Mariana. La mantenía a la derecha de Michel en todo momento, y él era bastante exigente en cuanto a trabajo se refiere; no había forma ni manera de que pudieras "echar el carro" si Michel estaba al mando.

Un "por qué" menudo, ansioso, cargado de tanto y nada, se atoraba en su garganta y deseaba regurgitarlo... no, no hay otra forma de decirlo. Hay cosas que cuando las dices parece que las vomitaras, y no que las expresaras de forma adecuada.

Quizá si hubiese sido lo suficientemente valiente, podría haberle plantado la cara a Mariana y preguntarle, pero esa no era la especialidad de Julieta. Ella podía estar consumiéndose por dentro, y no te enterabas.

Por otro lado, y pueden elegir no creerme, la intención de Mariana era buena; no les puedo negar que le ardía el alma si se acercaban a Naisha, pero ella era muy profesional... también debo decir que la única persona que podía estar cerca de Naisha sin producirle ansiedad, era Isabella.

Naisha permanecía en silencio, concentrada en la melodía, mirando la pantalla del teléfono. Mentalmente, hacía un trabajo metódico, evaluaba una y otra vez los puntos discutidos con Isabella en busca de errores. En ese pensar, algo en ella hizo "click".

—Isabella... has batallado como nadie por lograr un evento en esa zona. ¿Hay alguna razón en especial?

La respuesta de Isabella tardó en llegar, y al hacerlo, se caracterizó por su brevedad.

—Tengo recuerdos algo confusos de ese sitio, siento que estuve ahí antes de llegar al internado.
—¿Qué clase de recuerdos? —Mariana se interesó al escuchar esto.
—Es complicado, porque solo escucho un bullicio molesto y un hombre me lleva cargada. Sin embargo, no siento que estuviera asustada, solo veía como dejaba atras las escaleras con rapidez, uno de mis zapatos se salió y rebotó por las escaleras... no sé hasta dónde sea cierto, o si solo es mi mente jugandome sucio.
—¿Cómo llegaste ahí? A ese internado. —Naisha desconocía la historia de Isabella.
—No recuerdo, era muy pequeña... estaría como Nana.
—Nana debe tener mas o menos tres años... —Mariana se tornó pensativa.
—Como mis registros se quemaron en el incendio, parte de mi identidad se perdió, no tengo cómo saber quién me llevó y por qué, Lucía me decía que esos bloqueos se deshacen cuando algo en el entorno te permite recordar, y eso es lo que ha estado pasando desde que llegamos aquí. —hizo una pausa para tomar aire. —Por otro lado, esperaba que alguien pudiera reconocerme, de algo tienen que servir este cabello y estos ojazos.

La CandidataWhere stories live. Discover now