La verdad nunca me hizo libre

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A Mad le costó conciliar el sueño aquella noche, pues era la primera en la casa de su bisabuela y a la vez no podía evitar pensar en todo lo que había pasado ese día. Todo lo que supo fue peor que un balde de agua fría, era más bien como una avalancha de verdad.

Tras un par de horas en vela bajo la manta, finalmente su cuerpo cedió y durmió, aunque aquello no evitó que su mente siguiera trabajando con turbulencia.

***

A la nanita nana
Nanita nana
Nanita ea
Mi niña tiene sueño,
Bendita sea,
Bendita sea.

Caminó por el bosque, abriéndose paso entre los altos y densos árboles.

Ya había estado ahí, en varias visiones, pero esta en particular le daba un leve escalofrío.

De repente, divisó a la distancia la cabaña en la que había entrado y se había visto de niña con Sophie y Arthur. Una experiencia bastante aterradora para ella.

Se aproximó rápido y entró por la pesada puerta de madera, viendo que había una mujer sentada en el sofá, pero de espaldas a ella. Al cerrar, la mujer volteó y le sonrió, sin dejar de cepillar a la niña.

—¿Ma... mamá? —preguntó sin entender lo que pasaba.

—Siéntate, por favor. —Apuntó hacia un sillón junto al sofá—. Hay mucho de qué hablar.

Mad, sin entender lo que pasaba, hizo caso a la indicación de su madre, quien empezó a enredar flores en el largo cabello de la niña, haciendo a su vez una trenza.

—¿De... ¿De verdad...? —No podía creerlo—. Tú estás...

—¿Muerta? Lo sé... Sophie y Arthur también, pero según ellos me contaron, pudieron hablar contigo aquí.

—¿Cómo...? ¿Y qué es...?

Dentro de su asombro, no pudo terminar de formular sus propias dudas.

—Estamos en un lugar especial, uno que guarda muchos secretos. Es tu lugar favorito, un mundo al que los muertos podemos traspasar para hablar con los vivos si estos escuchan nuestro llamado. Es un lugar de reencuentro y por eso hice esta cabaña para ti, hace muchos años, cuando...

—Cuando me fui de México... —recordó de repente.

—Por tu seguridad, le pedí a una bruja mentalista que bloqueara tus recuerdos de la infancia, para que pensaras que siempre viviste en Estados Unidos y no preguntaras sobre muchas cosas que pasaron... eras tan pequeña, que temía que todo eso te afectara.

—¿Quiénes sabían?

—Tu abuelo, tus tías y tu padre desde luego.

—Bien, nací acá, pero ¿por qué mi pasaporte decía que nací en Estados Unidos y no en México? ¿Sabes cuántas veces lo usé?

—Yo... no lo sé. Yo hice todo el proceso legal para entrar contigo al país, con todos tus documentos de México.

Mad suspiró.

—Mamá, tuvieron tantas oportunidades para contarme la verdad y no lo hicieron...

—Por eso preparé este lugar para ti, para que cuando vinieras, pudieras recordar aquello que quedó bajo un velo en tu mente.

La niña volteó a verla, con una sonrisa, y se dio cuenta de que era ella de pequeña. Se levantó y la tomó de la mano, para guiar a la chica por las distintas partes de la cabaña.

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⏰ Última actualización: Apr 01 ⏰

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Lovesong (Mad #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora