"La vida duele mucho más que la muerte"
Jim Morrison
Había estado viajando alrededor de media hora, y faltaba todavía una hora y media para poder llegar a mi antigua casa.
Mi estómago rugía del hambre, así que decidí parar en alguna estación de servicio para poder comer algo y cargarle nafta al auto.
Tantas horas manejando no era algo de mi agrado, pero era eso o estar con mi padre. Seguí conduciendo unos cinco kilómetros más, cuando por fin me topé con una estación de servicio; era un establecimiento grande y muy bien mantenido, así que no moriría de intoxicación. Bueno, eso esperaba.
Estacioné mi auto al lado del surtidor y un chico que trabajaba en el lugar inserto la manguera en la pequeña tapa que había en la parte de atrás. Cuando el auto estuvo completamente lleno le pagué y decidí estacionar el auto en otra parte.
Atrás de la gasolinera, había un pequeño estacionamiento. Así que sería la mejor y única opción que tenía.
Ya estacionado el auto, bajé y le puse seguro a las puertas.
Comencé a caminar con pasos largo hasta la gran tienda, necesitaba algunas provisiones para el viaje.
Al entrar la pequeña campana que estaba colgada sonó, las personas dirigieron sus miradas hacia mí, yo solo hice caso omiso y decidí terminar con esto lo antes posible. Tomé de la nevera un agua mineral y unos sándwiches. También unas frituras.
Me dirigí hacía donde estaba la chica que cobraba las cosas, quién no dejaba de observarme con los ojos bien abiertos.
—Hola —saludé seriamente, apoyando las cosas sobre la mesa de metal.
—Son siete dólares —dijo la chica del otro lado con una gran sonrisa y con sus mejillas coloradas
Guardé todas las cosas en la bolsa y le tendí el dinero. Me devolvió el vuelto y el pequeño recibo.
Salí de la tienda y guardé el dinero en el bolsillo. Notando que un pequeño papel se encontraba entre los billetes; lo abrí lentamente encontrándome con número de teléfono.
Reí ante la acción de la chica y entré nuevamente en el negocio.
—¿Se le perdió algo? —preguntó.
—No —respondí con una leve sonrisa—, pero a ti sí.
Apoyé el papel sobre la mesa de metal y acerqué mi rostro al suyo.
—Solo buscó sexo —contesté—. No una bonita y linda relación.
La observé de arriba hacia abajo y me retiré del lugar.
Caminé hacia mi auto, sintiendo los gritos de la chica detrás.
Me di la vuelta encontrándomela frente a mí.
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Juguemos a ser fuertes [En Curso]
Teen FictionHolland Evans pensó que su último año de secundaria iba ser el mejor año de toda su vida, pero sus planes se ven interrumpidos por una enfermedad que la obligará a ser fuerte en sus momentos de debilidad. Una enfermedad que controlará su vida, dici...