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Cuando esa mañana el despertador empezó a sonar con energía haciendo su función, Hajime le dio un manotazo tan fuerte que casi fue su última vez funcionando; era un sábado soleado, y aunque eso era algo bueno para los planes del castaño...

Eso no quitó sus refunfuños al despertarse y sentir la luz en sus ojos, mas una vez pasados los primeros minutos de pereza, el moreno motorista se levantó de la cama medio adormilado, preparándose un café concentrado para desayunar.

Ese día había planeado un tranquilo paseo por el parque con su dulce novio por la tarde, mas tenia que ir a trabajar por la mañana, cosa que le fastidio, de normal él no trabajaba los fines de semana, pero un compañero a quien le debía un favor le pidió cambiar su turno, y no pudo negarse.

Aún y así, el simple hecho de saber que podría volver a ver a su algodón de azúcar le daba las energías suficientes para ir con entusiasmo y todo a primera hora de un sábado a su trabajo.

Mas su entusiástica energía no le salvó de tener un mal turno. Con la maquina de cafés rompiéndose a mitad de esta y un par de clientes groseros, de esos que se quejan de todo y te amenazan con hablar con el manager si les replicaban.

Tuvo que estar solo las dos últimas horas atendiendo, pues su compañera tuvo una emergencia muy importante y su jefe la dejó ir, dejándole todo el trabajo a él solo, creando más quejas en la clientela por tardar en atender y servir.

Al final salió del lugar cerca de la hora de comer con el ceño medio fruncido y un aspecto de pocos amigos. Se abrigó con su cazadora de cuero negro al subirse a su motocicleta, pues el aire se había enfriado y habían aparecido unas nubes que tapaban el sol por momentos.

Se dirigió a su casa para llenar su estómago, y prepararse para lo que sería su buen merecido descanso con su cariñoso 'corderito', solo pensar en él le llenaba de calma.

Cuando se acercó la hora en la que había acordado quedar con el albino, salió con una bufanda alrededor del cuello, la distancia entre el parque y su casa era un tranquilo paseo no muy largo. Podría haber ido con su hermosa motocicleta —de la cual estaba altamente orgulloso—, mas prefirió ir andando con calma, disfrutando del ambiente.

El aire era más fresco que en la mañana, y había predicciones de una pequeña llovizna en el anochecer, cosa que le disgustó, pues había planeado quedarse en el parque hasta poder ver el atardecer con su pareja.

Y quizá hasta ver las estrellas con él, si llovía no podría estirarse en la hierba abrazando su 'nubecita' mientras contemplaban el cielo, mas si podría llevarlo a su casa a cenar, plan que no le disgustaba del todo.

No sería tan "romántico" como ver los colores del cielo cambiar lentamente mientras acariciaba su esponjosa cabellera y le repetía lo mucho que lo amaba, como el galán cursi que era cuando se lo proponía. No obstante, estar acostados juntos en el sofá mientras veían películas tampoco sonaba mal, es más, le daba puntos, pues podría incluso dormir con él entre sus brazos.

De camino al lugar de quedada, paso por delante de una floristería, se detuvo un momento para apreciar las hermosas flores que esta presentaba en el escaparate. Dejando ver un sinfín de colores y formas, las miró fijamente, en especial a las margaritas violetas y a los iris blancos; se veían especialmente frescos y vivos, decidió entrar para ver que otras flores tenían.

Nada más pasar el marco de la puerta, el fuerte olor a hierbas y humedad le llenó la nariz, siendo un poco invasor, pero no incómodo. La tienda estaba decorada con un estilo muy hogareño y natural, las paredes, al igual que casi todo en la tienda, eran de un blanco crema que hacía resaltar los vivos colores de las flores y el verde de éstas, dándoles el protagonismo de la estancia.

𝐅𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐊𝐨 [One-shot Hinakoma]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora