extra seven.

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TaeMin y JiHoon Kim–Park, 5 años de edad.

Oh no.

No, no, no, no y no.

¡JiMin no podía estar embarazado!

El de ojos verdes no podía creerlo, no. Ahora no, cuando su restaurante iba bastante bien y lo necesitaban ahí más que nunca. La cabeza ya comenzaba a dolerle y aún el bebé no nacía.

No ha hablado desde que el doctor les dió la noticia. No quería romperle la ilusión a JiMin quien seguía chillando de alegría desde el lugar del copiloto.

—¡Dios, TaeHyung, estoy taaaaan contento! —canturreó con las manos en las mejillas— ¡¡Vamos a tener otro bebé!! Y será tan pequeño, puede que se parezca a JiHoon, o a TaeMin, con un poco de suerte tal...

JiMin paró de parlotear al aire cuando se dió cuenta de que su esposo no le hacía en lo absoluto. Frunció el ceño sin comprender.

—Tae... ¿A-algo va mal? —preguntó, mirando al otro manejar con la vista perdida en el camino.

—No —se limitó a contestar.

—TaeHyung... Tú... Tú ¿no quieres a éste bebé? —JiMin preguntó nuevamente un poco desilusionado.

—No es que no lo quiera... Es sólo que... No ahora.

—¿Y cuándo? ¿Cuando nos hagamos viejos y yo tenga que llevar un embarazo riesgoso?

—No, JiMin. Primero debimos hablarlo.

JiMin puso los ojos en blanco.

—¿Y si lo hablábamos qué? También hubieras dicho que no ahora.

—Por lo menos tuviste la decencia de decirme que te lleve al médico —murmuró muy bajo, tratando de cambiar de tema.

—¿Qué? ¿Por qué? Yo siempre te...

—Por lo menos ésta vez no me guardaste las pruebas —comentó un poco más alto.

—Yo... TaeHyung, yo... Te juro que no era mi-i...

—Ya, fue hace mucho, ahora no me importa —dijo despreocupadamente, parando frente a la puerta de la escuela de JiMin.

El castaño bajó sin decir nada, con la cabeza gacha y entró a la escuela.

(...)

La maestra les dijo a los niños que dibujaran el momento más especial que tuvieron durante sus vacaciones navideñas. Los mellizos Kim–Park estaban contentos de poder hacer lo que más les gustaba durante su primer día. Para ésta hora, JiHoon ya se sentía más tranquilo y reanimado por lo sucedido muy temprano en su casa.

TaeMin le servía mucho de apoyo, siempre estaba ahí para su hermano mayor, siempre estaba ahí para jugar con él, y siempre estaba ahí para secar sus lágrimas saladas, besarle sus dos mejillas rosas y decirle que todo estaría bien porque el siempre, siempre lo defendería.

JiHoon, muy a gusto, pintaba un gran árbol de Navidad muy colorido, con una gran estrella en la punta de éste. Era muy pequeño, aún no podía dibujar muy bien pero se sentía orgulloso de su trabajo. A un lado el árbol, con dibujos de palitos, estaban dibujados él y su familia, incluyendo a tus tíos HoSeok, SeokJin y JungKook y obviamente a la pequeña EunJi.

TaeMin, por otro lado, dibujada los regalos que había conseguido debajo del árbol aquella mañana del 25 de diciembre. Habían sido dos balones de fútbol, unas cuantas figuras de acción y un par de autos a control remoto. Paró de pintar por un momento y se quedó pensando, esa Navidad había sido su favorita, además de haber recibido más regalos de los que esperaba, había jugado mucho con JiHoon y también compartieron momentos especiales, muy especiales a decir verdad.

El castaño menor sintió sus mejillas calientes y estaba seguro de que se encontraban rojas. Había recordado lo pasado con su hermano mayor. Tocó sus mejillas y sintió la temperatura de éstas. Alzó la vista y miró a su mellizo que se encontraba frente a él, con el cabello un poco despeinado, saliéndole de la pequeña coleta que JiMin le hizo en la mañana, sus mejillas estaban igualmente sonrosadas. JiHoon sintió que lo observaban y también miró arriba, le sonrió a TaeMin y siguió dibujando con mucho ánimo.

Se quedó mirando unos minutos más al mellizo mayor, pudiendo observar a mayor detalle que tan bonito era. Le gustaba cuando se soltaba el cabello y sus rizos se hacían presentes como resortes. Amaba cuando salían al patio a jugar y JiHoon no llevaba coletas, entonces saltaba y su cabello rebotaba junto con sus regordetas mejillas. A TaeMin le encantaba cuando sus padres los llevaban al parque y su hermano llevaba pantalones cortos, porque cuando se caía el besaba su raspones por más pequeños o grandes que sean. Y no, no es que TaeMin estuviese enamorado de su hermano. Sólo sentía que debía protegerlo a toda costa, sentía que necesitaba estar con el todo el tiempo para saber que las cosas estarían tranquilas y que todo iba a ir bien, era su mellizo, tenían esa conexión especial que nadie conocía, aveces pensaban lo mismo, otras, soñaban con la misma cosa, y eso ha pasado y varias veces. No han querido decirle a sus padres porque era un secreto de hermanos... Y ese no era el único secreto que guardaban los pequeños.

Hoy era un día lluvioso, cosa que los niños amaban. El sol brillaba muy poco detrás de los nubarrones dejados por la pasada llovizna. JiHoon tenía sus botas rojas para la lluvia, un pequeño pantalón corto –para jugar más a gusto–, el cabello recogido en media coleta, dejando que sus rizos cayeran por parte de su cuello y omóplatos, y una camisa blanca vieja. TaeMin también tenía sus botas, pero las de él en verde militar, también con un pantalón corto y un pijama antiguo. JiMin los vistió de esa manera para que pudieran jugar en el lodo sin preocupación.

—Podemos jugar a saltar en los charcos ¡Como Peppa pig! —opinó JiHoon.

—No, mejor tu te escondes y te tengo que encontrar.

—Pero sólo somos dos, vas a tardar mucho, TaeMin —se quejó el de rizos.

—¡Mejor! ¡Eso lo hace más interesante!

—Okay —se encogió los hombros—. Tu cuentas hasta, hmm, ¡Quince!

—De acuerdo, quince.

TaeMin se volteó, quedando frente al árbol de su patio, cubrió sus ojos y se dispuso a contar. JiHoon, rápidamente comenzó a pensar sobre posibles lugares donde podía esconderse. Corrió un poco, tratando de no hacer mucho ruido.

¿Por qué tenía que ser tan torpe? Había tropezado con la llave que regada el pasto del jardín. Golpeando sus rodillas y la barbilla, haciendo presión en ella y dando por resultado un labio mordido. Faltaba poco para que TaeMin terminara de contar, pero no puedo evitarlo. Soltó un sollozo lastimero que alcanzó los oídos del castaño claro.

—¡JiHoon! —trotó para llegar a donde su hermano estaba tirado— Vamos, levántate. ¿Estas bien?

—Me duelen mis rodillitas y-y-y mi boquita —dijo con la voz cortada.

TaeMin limpio con cuidado las rodillas de JiHoon para no lastimarlo y acercó sus labios rosas a ellas, besándolas.

—¿Mejor?

JiHoon negó.

—¿Qué más te duele?

JiHoon con su dedo pintado –las uñas– apuntó a su labio inferior, el que había sido mordido. El se quedó pensando. Se suponía que él besaba todas las heridas de su hermano para hacerlo sentir bien, pero ésta era diferente. Era en el labios. Tenía que darle un besito como los que se daban sus papis. Su padre TaeHyung le había dicho que besaba a su papi JiMin porque lo quería mucho. Entonces, TaeMin pensó que él quería a JiHoon y lo quería ver contento, así que debería darle un besito, porque eso hace la gente que se quiere, ¿No?

Con mucho cuidado, acercó su boca a la de su hermano, deteniéndose un momento. Sentía la leve respiración agitaba de JiHoon contra la suya. Cuando se dio cuenta, sus labios estaban levemente pegados a los del otro mellizo, los dejó ahí unos segundos y se separó, son la cara roja.

—¿Mejor?

—Mejor —afirmó, sonriendo.

𝐛𝐚𝐛𝐢𝐞𝐬 𝐟𝐨𝐫 𝐦𝐢𝐧𝐧𝐢𝐞 [𝐯𝐦𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora