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𝐄𝐋 𝐕𝐈𝐀𝐉𝐄 𝐄𝐍 𝐂𝐀𝐑𝐑𝐎 fue aburrido. Elara se subió a un carruaje casi lleno con algunos de segundo año para evitar las fervientes miradas del Trío Dorado más Neville y Ginny. Aunque, sentarse con un grupo de estudiantes de segundo año no resultó mucho mejor, ya que todos estaban con los ojos abiertos y susurrando locamente mientras estaban sentados lo más lejos posible de Elara.
El carruaje olía levemente a moho y paja. Elara se sintió mejor desde el chocolate, pero aún débil. Los de segundo año seguían mirándola de reojo, como si temieran que pudiera hechizarlos. Tenía que admitir que la perspectiva de hacerlo era tentadora.
Mientras el carruaje avanzaba hacia un par de magníficas puertas de hierro forjado, flanqueadas por columnas de piedra rematadas con jabalíes alados, Elara vio a dos dementores más imponentes y encapuchados, que montaban guardia a cada lado. Una ola de frío mareo amenazó con volver a engullirla; se reclinó en el asiento lleno de bultos y cerró los ojos hasta que pasaron las puertas. El carruaje aceleró en el largo y empinado camino hasta el castillo; Elara estaba asomada a la diminuta ventana, mirando las muchas torretas y torres acercándose. Por fin, el carruaje se detuvo y Elara esperó hasta que terminaron los de segundo año.
A menudo se preguntaba por qué nadie hablaba o parecía darse cuenta de los caballos de aspecto extraño que tiraban del carruaje cuando ella pisó el suelo empedrado.
─¿Te desmayaste, Potter? ¿Longbottom está diciendo la verdad? ¿De verdad te desmayaste?
Antes de que nadie más pudiera enfrentarse a él, Elara llamó─. Yo también lo hice, Draco. Métete conmigo, ¿por qué no?
Draco se volvió para mirar a Elara, que estaba inmóvil un par de metros detrás de él.
─Lárgate, Malfoy ─dijo Ron, cuya mandíbula estaba apretada.
─¿Te desmayaste también, Weasley? ─dijo Draco en voz alta─. ¿El viejo y aterrador dementor también te asustó, Weasley?
─¿Hay algún problema? ─dijo una voz suave.
El profesor Lupin acababa de salir del siguiente carruaje detrás del de Elara. Draco le dio al profesor Lupin una mirada insolente, que notó los parches en su túnica y la maleta en ruinas.
Con una pequeña pizca de sarcasmo en su voz, dijo─. Oh, no - eh - Profesor ─luego sonrió a Crabbe y Goyle y los condujo escaleras arriba hacia el castillo.
El trío miró a Elara. Ella resopló, molesta por la repentina atención que estaba reuniendo. Hermione empujó a Ron por la espalda para que se diera prisa, y los tres se unieron a la multitud calentando los escalones con Elara detrás de ellos tratando de ignorar las miradas, a través de las gigantes puertas de roble, hacia el cavernoso vestíbulo de entrada, que era iluminado con antorchas encendidas, y albergaba una magnífica escalera de mármol que conducía a los pisos superiores.
