La ira, impulsividad y el arrebato son armas demasiado mortales que podrían destruir en segundos lo que costó construir en años.
Justin Bieber no era conocido por ser un hombre temperamental, mucho menos agresivo con su novia, Kathleen.
Era consid...
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La relación de Justin y Kathleen marchaba de lo más normal, todos los días era luna de miel para la pareja. Al principio idearon un amor que ambos creyeron merecer. Pintaron el cielo de cada uno de estrellas y amaneceres maravillosos.
Justin se enamoró perdida y ciegamente de Kathleen, creía firmemente que era el amor de su vida. Lo mismo sucedió con ella, ¿cómo no caer terriblemente enamorada de un hombre con los rasgos, el porte y masculinidad que desprendía Justin? Cualquiera en su sano juicio.
Al igual Kathleen era una bella y carismática joven, era un ser tan agradable, que cualquier persona estaría agradecida de estar en su misma presencia. Eran soñadora, dulce, arrebatada y muy segura de sí misma.
Los primeros meses de su noviazgo fueron los más melosos y dulces. Era un sueño convertido en realidad.
Lo peor llega cuando Justin se adentra al mundo del boxeo.
La vida pondría a prueba el amor que algún día juraron tenerse.
La única diferencia era que Justin seguía siendo el sobre protector con ella, el que la consentía de mil formas y la cuidaba porque era su deber cómo novio.
Lo cual a Kathleen a veces, la hacía sentirse atosigada y hostigada. Era como si tuviera una soga alrededor de su cuello todo el tiempo.
Y cuando Justin no estaba con ella, se dedicaba a entrenar arduamente en el gimnasio de boxeo. Tanto era la determinación que exigía, que su mente y pensamientos se mantenían ocupados que no le daban espacio para distracciones y claro está, que solo podía concentrarse en su novia y ganar la próxima pelea para la que entrenaba.
Algo que ingenuamente fue deteriorando la relación de Justin y Kathleen.
La vida de Justin cambiaría para el resto de su vida y daría un giro inesperado...
Solo bastó un mal movimiento, un error, un acto impulsivo hacia la persona equivocada.
No estaba preparado para algo que la vida no lo había entrenado.
Estaba luchando consigo mismo, una pelea difícil de vencer. Y no solo contra sus propios demonios, si no contra la agonía de perder al amor de su vida.
