long hair, don't care

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"No sé de que estás hablando, Niall," Harry declara, dejando salir un suspiro impaciente mientras intenta insertar un hilo color lila pálido en el orificio de su aguja. "No estoy aburrido."

El camaleón a sus pies chilla y le lanza una mirada al agujero que Harry está arreglando en sus pantalones. Chilla dos veces más y recarga su brazo rechoncho en la cesta de coser, arqueando su pequeña ceja camaleónica en sarcasmo.

Harry jadea y perfora la aguja. "No rompí mis pantalones a propósito sólo para tener algo que hacer. Simplemente me dejé llevar mientras limpiaba alrededor de la chimenea," él dice. "¿Cómo se supone que iba a ver el póquer de la chimenea?"

Él pausa mientras empieza a enredar la aguja de nuevo, contemplando sus próximas palabras. "Y no sé porque pensarías que quiero escapar de Madre. Ella es muy buena conmigo, Niall. Amo aquí."

Otro chillido. "¿A qué te refieres?" Chillido. "Sé que no hemos visto ningún otro lugar, ¡pero eso no hace esta torre menos encantadora!" Chillido.

Harry cuidadosamente coloca sus pantalones sobre el asiento y deja caer la aguja y el hilo en la cesta de coser. "Por supuesto que quiero ver las luces."

Las luces. Harry mira hacia las coloridas y pintadas paredes de la torre y suspira, enredando sus dedos entre su rizado cabello. Casi cada centímetro está cubierto con algún tipo de diseño -flores, retratos de Harry y Niall y los árboles que puede ver desde su ventana- pero casi en todas las paredes están las luces.

Cada año en su cumpleaños, cientos y cientos de luces brillantes iluminan el cielo lejos de su casa. Cuando era niño, Harry estuvo muy cerca de morir varias veces cuando subía al marco de la ventana para ver más de cerca. Por tonto que parezca, siempre ha sentido que son especiales - como si tal vez fuesen para él.

Madre siempre es rápida en disipar esos pensamientos, sin embargo. Durante los últimos años, Harry ha rogado y suplicado por ser sacado de la torre y así finalmente poder ver las luces de cerca, pero la respuesta siempre es la misma. Es peligroso ahí afuera para un chico como tú, Harry. Hay hombres malos afuera que te harán daño.

Todo lo que Harry sabe del mundo es que es peligroso. Él no debería querer irse.

Pero quiere.

Niall lo saca de su abatimiento cuando sube a su pierna y se sienta en su regazo, dándole una mirada triste. Harry hace cosquillas en la parte inferior de su barbilla suavemente y suspira. "Quero ver las luces, Niall," admite.

Una leve melodía sonando a la deriva a través de los cristales de la ventana atrapa la atención de Harry. Madre.

Harry se apresura a guardar su cesta de coser y la esconde en el rincón más alejado. Toma una escoba y trata de hacer eso de limpiar al último minuto antes de que Madre aparezca y lo reprenda por el estado de su hogar. Su hogar, de hecho, ya que Madre siempre está fuera. Hacerle compañía nunca ha sido su fuente como madre.

Hay un fuerte crujido detrás de él y silbidos del viento mientras Madre aparece en la ventana.

"Ha-rry, querido," ella canta, "Ven a darle a Madre un beso. Te extrañé mucho, calabaza." Su negro cabello está delineado con más gris que hace una semana, y las arrugas en su piel se ven mucho más remarcadas. Sus oscuros y grises ojos lo escanean contemplativamente mientras camina hacia ella y le da un abrazo, agradecido por la interacción humana.

Sus manos se enredan entre sus largos rizos, enroscando las puntas que reposan entre sus hombros. "Tu cabello está creciendo," ella observa orgullosa. Mueve sus manos a hacia su cara y pellizca sus mejillas. "Y tu rostro se está volviendo un poco más redondo, cariño. Tal vez deberías hornear menos galletas, ¿hmm?"

long hair, don't care ✧ l.sWhere stories live. Discover now