V. Séptimo día

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Córdoba, Argentina. 27 de Julio de 2007.

Ha pasado una semana desde el secuestro, las torturas continúan y aumentan de nivel con el paso del tiempo. Dos días atrás Christopher llevó al sótano un plato repleto de carne asada, humeante y sabrosa; le ofreció a la joven una disculpa por su falta de consideración y le permitió comer; solo para confesarle al engullir el alimento que se trataba de unas ratas capturadas entre los pastizales.

 **********Siendo las 3:00 am, un grito ensordecedor se desprende del cuerpo de Christopher, otro mal sueño interrumpe su descanso; el aborrecimiento que lleva por dentro nunca lo redimirá de su rutina perversa, como un demonio recorriendo su linaje, intoxicándolo de adentro hacia afuera. Se afirma al borde de la cama y apoya ambas manos en su frente empapada de transpiración. Con la vista explora su brazo derecho y contempla las perpetuas quemaduras de cigarro adornadas por su padre en la epidermis, partes que no volvieron a espigarse y se remendaron con una membrana estriada y lóbrega. Se aparta de la cama, estira sus extremidades mientras bosteza y unos minutos más tarde se destina en calzoncillos al sótano. Al cruzar la puerta del subsuelo, desciende la escalera, activa el interruptor de luz e ilumina la cuarta parte del recinto. Hay grandes espacios, aristas, que no se abastecen de luz, y permanecen entre sombras. Dulce se encuentra despierta, tiene la mente activa, aguda; se ha vuelto sigilosa, astuta y está dispuesta a soportar todo con tal de ganarse su confianza. 

—¿Has podido dormir? —pregunta Christopher algo agitado. 

—No, estaba esperándote, mencionaste querer conocernos ¿cierto? —responde Dulce mirándolo fijamente a los ojos, para no incitarlo, al percatarse de que lleva únicamente ropa interior.

—Así es, no podía dormir así que vine a verte y conversar contigo. 

- Y dime, ¿cómo te llamas? Si soy tu invitada por lo menos debo de saber quién eres.

—Mi nombre no interesa —responde con voz fuerte, frunciendo el entrecejo. 

—Tú quieres que nos conozcamos, debería saber tu nombre, ¿tienes padres o hijos? —insiste ella tratando de sonar amigable. 

—¡No¡ El demonio me concibió, ¿qué pasa niña, me estas retando? — pregunta Dulce; recordar a su padre le altera las pulsaciones. 

—Tranquilo, somos amigos, sigamos dialogando —intenta calmarlo, sin ningún éxito, su cambio de temperamento es inmediato.

—Tú, que te has creído, para decirme que debo hacer —entre dientes masculla, con la quijada casi quebrando sus dientes. Christopher se acerca para escanearla, aun mantiene el olor a tierra mezclada con las tripas en descomposición del polluelo. Detrás de todo esto puede sentir su olor natural, observar su piel de porcelana; ella es un lienzo perfecto, tanto que hasta parece irreal. Delicadas facciones, mirada transparente y boca en forma de corazón; simplemente una diosa.

—Lo siento. Solo pretendo conocerte, eso hacen los amigos —dice ocultando un prominente miedo tras una sonrisa fingida.

—¿De veras crees que voy a caer en tu jueguito? ¡Eres una estúpida! —descarga la palma sobre su mejilla

— Vas a tener tu merecido niña.

—¿Qué buscas de mí? —el hombre no responde y sale de allí. Abandona a Dulce suplicando, implorando que ya no siga; poco le importa pues disfruta de escucharla rogar. Toma un gran latón que guarda en su baño donde coloca ropa sucia, lo lleva a la cocina para cargarlo con agua; sonríe con malicia. Cierra el grifo y retorna al subsuelo quedando frente a la muchacha, quien lo observa sin expresión alguna; ya no ruega y eso lo enfada aun más. 

—No quería hacerlo, no pretendía castigarte hoy...¡Te comportas como una maldita perra y me obligas! —sujeta con rudeza su cabello, mirándola directo a los ojos— Te voy a enseñar a respetarme. Dicho esto, procede a introducir la cabeza de la joven dentro del recipiente, hundiéndola por completo. Dulce convulsionada ansia zafarse sin éxito. La chica tose y procura recuperarse del ahogo, pero cuando al fin consigue hacerlo, Christopher vuelve a sumergirla. Se regocija ante la desesperación de su víctima, viendo emerger las burbujas del interior como consecuencia del esfuerzo por respirar bajo del agua. Luego de zambullirla por cuarta vez, la excluye de manera definitiva.—Que descanses chiquilla —se despide dejándola sola. 

EL SADICOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon