Spider-Man 5 [Clasificación R]

Capítulo Dos: Percepciones

—Que mala película —decía Gwen Stacy en el sillón para dos personas, abrazada a Peter.

—Es un clásico —aseguró entonces Flash. 

—¿Un perro derrotando a un Hombre Lobo? —le preguntó entonces Gwen. 

—¿Qué? El perro estaba protegiendo a su familia. Eso le dio la fuerza. 

Gwen solo rio un poco mientras negaba con la cabeza; disfrutando del momento. 

—Siempre me ha parecido interesante el mito del Hombre Lobo—dijo—. Un hombre preso de sí mismo, esclavizado a su propio ser y cuerpo... Incluso un hombre puro de corazón que reza sus oraciones, puede transformarse en bestia cuando cae la Luna.   

—Hablando de bestias —expresó Flash—. ¿Escucharon lo de Connors? 

—¿Connors? —preguntó Peter—. ¿Qué hay con él? 

—Saldrá libre mañana. Al parecer, está limpio. El asesinó fue un mutante... 

—Yo peleé con él... —le interrumpió el castaño. 

—Lo sé. Pero al menos que Spider-Man se quite la máscara para testificar en los juzgados. No creo que puedas hacer mucho colega —respondió Flash, en un tono asustado, pero comprensivo a la situación; mirando de nuevo hacia la pantalla. 

...  

—¡¿Cómo qué Connors no es inocente?! —gritaba Jameson al día siguiente, mirando con su típica furia a Peter al otro lado de su escritorio.

—Créame señor Jonah. Spider-Man luchó con él... 

—¿Y cómo es que sé que ese insecto dice la verdad? —preguntó entonces el jefe del Bugle, poniéndose en pie para caminar hacia su ventanal—. Hasta donde sé, quizás el propio Spider-Man se pudo haber aliado con el mutante. De seguro fue un plan para difamarlo. Y ahora su plan se ha ido al retrete —aseguró para dar una gran carcajada—. Su plan para acabar con Connors, falló. 

—Por favor, créame —replicó Peter—. Dejarlo en libertad es un peligro público. 

—Peligro público es que madres dejen escuchar a sus hijos canciones obscenas —respondió entonces Jameson volviéndose a sentar—. Y tampoco lo publico.

—Señor Jonah —interrumpió entonces Hoffman, entrando a la oficina. 

—¡¿Qué?! 

Ante el grito, Hoffman saltó un poco y elevó los brazos, para entre tartamudeos decir: 

—Ne-Ned-Ded Leeds tu-tuvo un accidente. No podrá cubrir la nota de Connors... 

—Parece que estás de suerte muchacho —expresó entonces Jameson mirando de nuevo a Parker—. Querías tanto a Connors, pues ya lo tienes —aseguró mientras tomaba uno de sus habanos.