Despertar Satisfactorio

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Para que vean que no soy muy cruel :3

Hagan sus apuestas, Elizabeth caera en la tentación, si o no?

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Ni ella sabía porque no se detenía, pero la vergüenza y el miedo simplemente desapareció del camino dejando paso a una excitación insaciable; solo era consiente que el sueño anterior  seguía fresco en su memoria y estaba dispuesta a vivirlo aunque eso manchara su imagen.

Tomo las orillas de las sábanas y termino de descubrir su cuerpo por completo. Su respiración tranquila, las cuerdas no lo sujetarían por mucho tiempo, pero si lo suficiente. Relamió sus labios ansiosos, con cuidado de no despertarlo, se subió sobre él a la altura del botón de sus pantalones prosiguiendo a desabrocharlos con cuidado. 

El pecado solo se removió un poco, la princesa observo su semblante y cuidando que no despertara abrió la cremallera, sutilmente bajó su prenda junto la interior dejando salir su miembro levemente erecto. Le sorprendía que ni así se despertara, que mas daba.

Titubeante lo envolvió con su mano estrujándolo suavemente en su palma cálida escuchando un jadeo del contrario. Comenzó a frotar de arriba a abajo sintiendo como se hacia cada vez mas duro y se erguía cada vez más a ella, por otro lado, Meliodas comenzó a respirar entrecortadamente entre sueños y arrugando el entrecejo.

La princesa tragó duro, saco su lengua y dio una lamida a la punta como si de una paleta se tratase. Un suspiro resonó. Esta vez lo envolvió en su boca comenzando a succionarlo con urgencia y sin vacilación, dando masajes con su musculo interno dentro de su cavidad.

—Aghh...— un gemido bajo se escucho del rubio aun dormido, ella empezó a meter mas su miembro profundo hasta donde cabía que no era más de la mitad, el resto de la longitud la estimulo con sus manos acariciándolo suavemente.

—Hmm— la albina suspiraba, era satisfactorio por fin cumplir sus fantasías, sin embargo, él rubio solo estaba jadeando, aun no abría los ojos. Tanta era su urgencia por tener ese par de esmeraldas sobre ella mientras observaba como lo masturbaba con la boca, quería que la viera, quería escucharlo gemir por ella.

Aumento el ritmo de sus succiones, subiendo y bajando la cabeza, su miembro se hinchaba cada vez más haciendolo mas delicioso. Una de sus manos presionaba la base mientras con la otra jugaba con sus testículos ocasionando un gruñido más gutural del rubio. Esto le hizo gemir, sintiendo su ropa interior humedecerse.

—¡Aaah!— se removió inquieto, las cuerdas lo aprisionaban y de repente su rostro se sentía caliente al igual que una ola de placer proveniente de su parte baja.  Ni siquiera podía abrir los ojos, su piernas se abrían un poco y su espalda arqueaba —Ngggh...— bajo la mirada encontrándose con una cabellera plateada —¿E-Elizabeth?—

—Señor Meliodas— le vio relamerse los labios sensualmente, sus ojos delataban una lujuria que le asusto.

—¿Qué hac...? ¡Arrg!— sintió su pene contraerse al momento que esta lo masturbaba con velocidad constante —¿Qué haces?, ¿Por...Por que?— titubeo hundiéndose en el placer que esta le proporcionaba, tan perdido que no se sentía con la fuerza para deshacer las cuerdas y detenerla.

—Oh Señor Meliodas, no sabe cuanto tiempo llevo queriendo hacer esto— sin dejarle responder volvió a meterse el pene en su boca, degustándolo con suavidad disfrutando de escucharlo jadear.

—D-Detente...— mordió su labio, los demás seguramente estaban durmiendo o alguien podría entrar de repente —Ooh— debía admitirlo, le fascinaba esas caricias inexpertas en sus genitales, el calor que radiaba y su lengua presionándolo.

Una Princesa No Tan Inocente || MelizabethWhere stories live. Discover now