˚。⋆♡┆Chapter 03

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Esa mañana me dirigí hacia las oficinas de la Editorial Violeta con paso decidido, dispuesto a llevar a cabo mi sueño y seguro de estar un poco más cerca de conseguirlo. Informé a mi padre del brillante futuro que me esperaba como escritor a partir de entonces y, una vez más, él suspiró, resignado a que abandonara de nuevo mi trabajo para intentar hacer realidad una ilusión que siempre se me escapaba.

Ya había faltado en otras ocasiones, ya fuera para entregar algún manuscrito o para ir a alguna entrevista en la que erróneamente me ofrecían un puesto de limpiador o cosas así. A todas ellas acudía lleno de optimismo, aunque al final volvía a casa totalmente deprimido y con el ánimo por los suelos.

Por suerte, mi padre siempre me esperaba con un gran bol de helado de chocolate y, aunque yo le insistía una y otra vez en que estaba a dieta, siempre acababa aceptándolo. Lo devoraba en unos pocos minutos, mientras no dejaba de contarle, llorando a moco tendido, todas mis penas, y él, como todo un hombre, aguantaba mis quejas para luego darme amorosamente alguna palmadita en la espalda y animarme a seguir escribiendo.

A pesar de tener veinticinco años y de haberme independizado, todavía seguía muy apegado a él. Especialmente porque vivía en el piso de al lado. Y es que a Jeremiah Jeon no se lo podía dejar solo: estaba tan acostumbrado a que yo me encargara de las cosas de la casa desde que mamá murió que era imposible que sobreviviera más de una semana sin mi ayuda.

Mi padre era de ese tipo de hombres que se despreocupan totalmente de las tareas del hogar, ya sean limpiar, cocinar o simplemente tirar la basura. De no ser por las comidas que yo le preparaba a diario, estoy seguro de que sería capaz de comer una y otra vez los insulsos platos precocinados de algún supermercado.

Gracias a Dios que con los años había logrado enseñarle a ordenar un poco la casa y conseguir que no fuera un completo desastre.

Mientras YoonGi me llevaba a las oficinas de la editorial en su tuneada moto, cuyos chillones colores morado y amarillo nunca pasarían desapercibidos, rogué porque Lalisa Manoban no me viera llegar en ese vehículo que tanto destacaba entre los elegantes coches y algún que otro caro taxi de los que timaban a los habitantes y visitantes de Nueva York.

Tras asegurarle por enésima vez a mi protector amigo que estaría bien y que lo llamaría en cuanto terminara para que pasara a recogerme, me dirigí a las elegantes puertas de aquel impactante e inmenso edificio. Cuando llegué a la distinguida recepción, que contaba únicamente con un amplio mostrador y un impoluto suelo de mármol blanco, mostré la tarjeta que me había dado Lalisa y, emocionado, no pude evitar dejar caer que mi trabajo estaría directamente relacionado con Miss Dorothy.

La mujer de mediana edad que me guió hasta el ascensor parecía bastante simpática, por lo que no pude comprender la triste negación que hizo con la cabeza ni la mirada de lástima que me dedicó poco antes de que las puertas del ascensor se cerraran. Incluso me pareció oír que susurraba «pobrecito», antes de que comenzara a ascender hacia la décima planta, donde, sin duda, un alegre destino me esperaba.

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Lalisa Manoban ultimaba una vez más todos los detalles para que nada pudiera salir mal en esa ocasión. Todo estaba preparado y planeado con exactitud. El incauto joven al que encomendaría aquella ardua tarea subía en esos momentos hacia su oficina. El billete de avión con destino a aquel recóndito lugar de las Tierras Altas de Escocia en donde se escondía Miss Dorothy, estaba dispuesto para el día siguiente, con las horas justas para que el chico no tuviera mucho tiempo de pensar sobre el trabajo que iba a realizar.

Lalisa se había asegurado de que Miss Dorothy estuviera allí, dejándole caer a su ayudante, Jimin, que en breve le llegaría un importante paquete que debería recibir en persona. El inocente Jimin, con el que siempre hablaba últimamente, creyendo que se trataba de otro jugoso adelanto, le había confirmado el paradero de la reticente autora. Ahora Lalisa sólo tenía que mandar el paquete y convencer a Jeon JungKook de que no volviera hasta que hubiera conseguido el maldito libro.

𝐋𝐨𝐯𝐞 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐃𝐞𝐥𝐢𝐯𝐞𝐫𝐲 𝐃𝐚𝐭𝐞 • [𝐓𝐚𝐞𝐊𝐨𝐨𝐤]. 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚Where stories live. Discover now