Capítulo Único

87 13 2
                                    

Mambo: sacerdotisa en la religión vudú haitiana.

Papa Legba: protector del mundo espiritual en la religión vudú, es el mediador entre el hombre y los Loa.



El olor a hierbas e inciensos era penetrante. Sentada sobre sus talones, sentía la fibra barata de la alfombra picar en su piel. La falda de su costoso traje estaría arruinada, se arrepintió de no usar ropa más casual.

La anciana frente suyo, mezclaba en un tazón lo que parecían ser distintas hierbas, aprevecho ese momento y observó el lugar.

Era un cuartucho viejo, estaba lleno de botellas de varios tamaños, con líquidos extraños, había libros de tapas gastadas y objetos que jamás vio antes. La poca luz de las velas le daba escasa visibilidad del lugar y le confería un aura mucho más escalofriante, sobre todo al rostro imperturbable de la mujer de piel oscura y ojos negros.

Estaba segura de que, si no fuera porque era la única manera de conseguir su propósito, jamás habría ido a ese lugar sacado del infierno. Le hubiera gustado no ir sola pero nadie debía saber que su viaje a Nueva Orleans, no era precisamente de negocios, mucho menos su jefe.

-¿Trajiste la prenda?- preguntó la mujer, mirándola por primera vez y sacándola de sus cavilaciones.

-S-sí.- su voz tembló bajo la oscura mirada. Sacó un retazo de tela azul del bolso sobre sus piernas y se lo entregó a la anciana, que casi lo arrebato de sus manos y se lo llevó a la nariz, olfateandolo.

Sarabi, como se presentó la mujer, era la mejor mambo vudú en todo el estado de Lusiana, por lo menos eso escucho y esperaba que fuera verdad porque no cobraba nada barato.

-Bien, dame tu mano.

-¿Pa-para qué?- pregunto asustada.

-La única manera de que esto funcione, es que el muñeco también forme un vínculo contigo y eso sólo sucedera a través del precioso sacrificio de la sangre agradable a los ojos de Papa Legba, así que dime, ¿realmente lo deseas o no?- pregunto mirándola fijamente.

Sus palabras calaron hondo en la mujer, su pulso se aceleró, no quería que la hiriera.

Sin embargo...

-Sí, lo deseo más que a nada.- dijo extendiendo su mano hacia ella, mientras apartaba la mirada.

Sintió su mano ser tomada por una más tosca y extrañamente fría, para después morder su boca tragandose el grito que pujaba por salir, cuando el filo del cuchillo corto su carne y la sangre comenzó a correr desde su palma, hasta el tazón con la extraña mezcla.

La anciana la soltó y le arrojó un pedazo de trapo para que cubriera la herida. Con su mano derecha comenzó a mezclar las cosas, intentando impregnar todo con la sangre de la pelirroja, sus ojos se cerraron y de sus labios brotaron palabras extrañas, una especie de dialecto. Los nervios de Pepper se crisparon ante la sensación de que, algo más apareció en la habitación cuando Sarabi comenzó a decir aquellas palabras. Sus lágrimas a causa de la herida abierta se detuvieron, comenzó a tiritar, como sí tuviera frío, cuando el lugar estaba caliente.

La morena abrió los ojos sin dejar de recitar su plegaria y tomó el pedazo de tela que Pepper le dio, lo cubrió con la mezcla ya bañada en sangre y le dio forma con ayuda de hilos sueltos y alfileres, hasta conseguir la apariencia de un extraño muñeco. Cuando terminó aquello, calló, miró la obra en sus manos, hizo una seña rara con los dedos y la pasó sobre el muñeco, en una especie de persignación, para finalmente extenderlo hacia la pelirroja.

Muñeco/Pepperony/Stony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora