El despertar

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— ¿Papi, estás dormido?

Gary sonrió ante la voz de su hijo. Mantuvo los ojos cerrados mientras escuchaba sus pasos acercarse más a la cama.

Un movimiento y él estaba arriba, a su lado. Luego, otro más, y se tumbó a su lado mientras él seguía haciéndose el dormido.

—Papi, despierta. Mami, ya hizo el desayuno y me pidió que te despertase. Te vas a perder sus tortitas, y no hay nada mejor que las tortitas de mami.

Mason acarició el rostro de su padre.

Su barba pinchaba un poco sus manos, pero no las apartó.

Todavía no podía creer que finalmente su padre estuviese allí con él.

Ahora podría ir al colegio y presumir de papá.

—Mason, ¿qué haces, cielo?

La voz de Denise le llenó de calidez, incluso si solo susurraba tratando de no despertarle.

—Vine a despertar a papá, como me dijiste.

—Te dije que mirases si había despertado. Deja que descanse. Vamos a desayunar. Guardaremos tortitas para papá, te lo prometo.

—Pero yo quería que desayunásemos juntos.

No queriendo que su hijo se pusiera triste, abrió los ojos y lo atrapó en un abrazo haciéndole reír.

— ¿He oído que había tortitas?

Encantado con la risa alegre de su hijo y la mirada dulce que les dedicó Denise desde el marco de la puerta, se puso en pie, con Mason en brazos y se acercó hasta la mujer que amaba.

—Buenos días.

El sonrojo de ella le hizo sonreír aun más. Era increíblemente preciosa, y no se cansaba de mirarla.

De no ser por Mason, la habría estrechado entre sus brazos y había besado el rubor de sus mejillas antes de apoderarse de sus labios.

—Buenos días. Baja cuando estés listo.

Su rubor se intensificó aun más y cogiendo a Mason en brazos, prácticamente salió huyendo de la habitación.

Extrañado, miró hacia abajo y comprendió el motivo.

Ni siquiera se había dado cuenta de su erección matutina.

Gracias a Dios, Mason no se ha dado cuenta de nada.

Negando divertido, se fue al cuarto de baño, donde, tras una rápida ducha de agua fría, se arregló y bajó a la cocina.

Todavía no había podido hablar con su padre, pero aquella tarde lo intentaría de nuevo y le pediría todas las explicaciones.

Después de lo que Denise le contó, necesitaba saber porque interfirió en su vida, manteniéndolo alejado de la verdad.

Ese hombre impidió que viese nacer a su hijo y que se perdiese cientos de primeras veces con él. Nunca podría perdonarle eso y mucho menos recuperar el tiempo perdido.

Disfrutando de la vista de su hijo y Denise mientras ellos interactuaban, contrajo su corazón llenándolo de una inmensa felicidad, y esta aumentó cuando Mason le vio y corrió hacia él.

—Huele delicioso. Realmente solo suelo tomar café por las mañanas,pero no creo que pueda negarme a mi mismo semejante manjar.

Denise colocó frente a él un plato con una montaña de cuatro tortitas cubiertas de sirope y una taza de humeante café que abrieron su apetito.

Comieron entre risas mientras escuchaban a su hijo contar lo mucho que había disfrutado la tarde anterior.

*************

Mientras Denise fregaba los platos, su teléfono sonó en la sala donde Mason y Gary jugaban sentados sobre la alfombra.
Mason se puso en pie y cogió la llamada en el mismo momento en el que ella entraba en el salón.

—¡Tío David! ¡Te extraño mucho! ¿Estás en la ciudad? Mamá está aquí también y pa...
Denise cogió el teléfono de las manos de su hijo y le sonrío mientras le decía que fuese a por su chaqueta que iban a salir al parque.

Mason dio un grito emocionado y fue corriendo a hacer lo que su madre le había pedido.
Gary observó como ella esperó a que su hijo no estuviese cerca para respirar hondo antes de llevar el teléfono a su oído.

—Hola David.
—Por fin atiendes.
—Si Mason no hubiese atendido habría dejado que saltase el contestador, igual que todas las demás veces.
—Necesitamos hablar, Denise. He venido a la ciudad.
—No tengo nada que decirte. Te alejaste, y no solo de mi, sino de Mason también y no sabes lo triste que ha estado por eso. No quiero que piense que las cosas van a volver a ser como antes. Tienes tu vida, y nosotros la nuestra.
—Denise, por favor.
—No. Te deseo toda la felicidad del mundo con tu chica. No llames más David.

Gary había decidido darle su espacio y fue a buscar a su hijo, creyendo que seguiría en su habitación.
Cuando le llamó y no recibió respuesta, bajó de nuevo y volvió a intentarlo.
Encontró su chaqueta en el suelo, junto al marco de la puerta que daba al salón, donde Denise ya había terminado la llamada.
Una brisa llegó hasta él y se volvió inmediatamente hacia las puertas francesas que daban al jardín.
Palideciendo, gritó el nombre de su hijo y salió corriendo hacia el exterior.

Algo inesperadoWhere stories live. Discover now