Parte Tres

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Ambos bandos fueron puntuales al momento del trato.

Fue una reunión correcta y tranquila. Todos llevaban lo que el otro pedía. The Union llevaba los 600.000 doláres en limpio y La Mafia Feliz llevaba todo el armamento demandado, con un plus para defenderse en caso de que algo salga mal

Todo iba perfecto hasta que el Mago se acercó a recoger la bolsa deportiva negra con el dinero.

–Aquí tienes...–comenzó Nadando, quien había vendido junto a toda la mafia tal y como él la recordaba–... Horacio, veo que te has pasado al bando oscuro–acabó susurrando.

El nombrado supo disimular rápidamente,  era algo a lo que estaba entrenado después de tantos años.

–No sé de quien me hablas–Contestó sin titubear y con el ceño fruncido para así convencer mejor al otro–No quiero tonterías extrañas, si vais a querer ser clientes habituales no pienso permitir movimientos raros, ¿entendido?

Armando se sorprendió, tenía clarísimo que el hombre que tenía delante era el antiguo agente que se infiltró en su mafia y que él mismo casi tortura hasta la muerte. ¿La razón? No todo el mundo tiene esos ojos, esos ojos con heterocromia, haciendo que uno sea un verde oliva y el otro un marrón canela con toques dorados.

No supo disimular su sorpresa, aunque para su suerte llevaba el pasamontañas, ocultando todas sus facciones menos sus ojos, quienes le dieron toda la información que necesitaba a Horacio.

Si bien no había terminado de convencerlo, había instalado la duda dentro de él, cosa que ya le servía. Sabía que no debía preocuparse en cuanto a su trabajo como el FBI, siempre iba con un pasamontañas y era imposible reconocerlo.

El teñido se giró hacia sus compañeros y con un gesto les indicó que la acción ya había acabado, que debían volver al 'depa'.

Guardaron todo en sus respectivos lugares y después de una frase de ligoteo por aquí y una amenaza por allá se despidieron para ir a descansar, aunque el peliblanco no tenía esos planes.

Condució su vacamacho hasta una tienda de ropa, donde se puso un conjunto para pasar desapercibido, volvió al todoterreno para ir a un garaje donde cambió de coche para dirigirse a la sede del FBI, donde empezaría sus horas de patrullaje hasta que su cuerpo le pidiese descansar, lo cual tardaba bastante en pasar.

Pero no se dio cuenta de que alguien le estaba siguiendo.

Dante se había acordado de algo importante que debía decirle después de que H saliera del apartamento, con el pequeño enfado no se acordó, y comenzó a seguirlo.

Iba a hablarle en cuanto se bajó del coche, pero se dio cuenta de un patrón extraño en sus movimientos. Parecía como si pretendiera que alguien lo perdiera de vista así que decidió seguirlo, pensando que algo malo le podía pasar y que estuviera en peligro de muerte.

Cuando realmente quien había comenzado a cavar su propia tumba era el rubio.

Mientras iba detrás de él en su coche pensaba que iría al Yellow Jack como solía hacer, pero se sorprendió cuando giró a la derecha en un desvío.

Esa carretera sólo llevaba a un lugar.

Y todo el mundo sabía que era ese sitio.

Incluso Dante.

Para ser la sede de los federales, era muy fácil entrar, pensó mientras aparcaba en la puerta de los edificios.

Siguió al chico hasta que entró y escuchó al chico de la entrada hablar.

–Buenas noches, agente Horacio.

No pudo reprimirse más y habló, destapando su tapadera.

–¿Mago? ¿Qué haces aquí? Ni me digas que...

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