🌺[Epílogo]🌺

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Renjun dejó su celular cargando después de eso, y bajó hasta la sala para dejarse caer en el sillón en lo que esperaba a que Chenle llegara mientras suspiraba derrotado. Tenía la leve esperanza de que Jeno se hubiera comunicado con Mark ahora que se acercaba el cumpleaños del chico, pero ya veía que no, y ese pequeño rayo de esperanza que había crecido dentro suyo se esfumó tan rápido como había llegado. 'Tengo que dejar de pensar en Jeno de una maldita vez', se regañó a sí mismo, tengo que dejar de pensar en él y seguir con mi jodida vida como hizo él y como hicieron todos. Jeno había mentido, ya no recordaba la última vez que habían hablado y sólo pensar en él dolía como el infierno; Jeno ya no formaba parte de su rutina, lo extrañaba más de lo que era humanamente posible y ni siquiera Mark tenía una respuesta a lo que había pasado, y por eso Renjun procuró poner la mente en otra cosa en ese momento, como su reciente reconciliación con Yeeun, por ejemplo. Si bien el enojo y "odio" le había durado más de tres meses, ahora que la chica estaba saliendo con un compañero nuevo de trabajo, finalmente parecía haber pasado completamente de la página que representaba Lee Jeno (tal vez él debería hacer lo mismo), y poco a poco en ese último mes y medio había estado acercándose de nuevo a Renjun.

Todavía no eran los mismos de antes, tal vez no volverían a serlo nunca, pero por ahí iban, recuperando lentamente esa relación cercana que alguna vez habían tenido. También podía pensar en la fiesta de esa noche en casa de Mark por su cumpleaños.

La fiesta en la que se reuniría con todos sus amigos y su primo, prometía ser una noche divertida como todas las veces en las que todos acababan juntos. O mejor, pensar en que vería a Chenle después de varias semanas sin poder reunirse a causa de la distancia entre Gimpo, ciudad en la que reside actualmente Chenle, y Busan. El menor le había dicho que estaría en su casa antes de las seis, así que el pelirubio asumió que llegaría en cualquier momento, y no podía sentirse más emocionado. Ya había preparado la televisión para jugar con la nintendo, y los paquetes de todas las golosinas del mundo le aguardaban sobre la mesita de café, porque cuando Zhong y Huang se juntaban era un ritual obligatorio jugar al Mario Kart mientras comían comida chatarra y declaraban un campeón. El campeón vigente era, por supuesto, Chenle, porque ese niño simplemente era bueno en todo lo que hacía, sobretodo los videojuegos, aunque una que otra vez Renjun lograba ganarle. Y estaba pensando en una estrategia para distraerlo y ganarle de una vez por todas cuando sonó el timbre, entonces Renjun se levantó dispuesto a abrirle la puerta a su primo.

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Cuando despertó eran casi las 11 de la mañana, y tardó varios minutos en comprender quién era/dónde estaba luego de varias horas de sueño extraños, o mejor dicho, pesadillas. Pero una vez que logró reaccionar, los recuerdos de la noche anterior acudieron a su mente como una estampida y por un momento hubiera deseado mantenerse en ese estado de desconocimiento total hasta el final de los días, porque pensar en todo lo que había pasado era demasiado para que pudiera soportarlo, más aún tan temprano, cuando apenas se despertaba. Aturdido, buscó su teléfono a tientas en la cama sin atreverse a abrir los ojos (porque el dolor de cabeza era fuerte y ya intuía lo mucho que le dolerían los ojos con la luz que se colaba por la ventana), hasta que dio con este y se lo llevó cerca del rostro, resignándose a parpadear porque claramente no podría comprobar la hora si no abría los ojos.

Fue entonces que vio los mensajes que Jeno le había dejado cuando se quedó dormido, y diablos, no tardó ni dos segundos en ponerse de pie dispuesto a ducharse a la velocidad de la luz para llegar a Neo cuanto antes.

Se demoró exactamente 15 minutos en buscar ropa, ducharse y lavarse los dientes, porque el reloj de la sala apenas marcaba 11:10 cuando llegó después de bajar las escaleras de a dos escalones, ya vestido y listo para salir corriendo hasta la tienda de música al encuentro de Jeno. Como era de esperarse un viernes por la mañana, la casa estaba vacía: su padre y Yeeun trabajaban y su madre acudía a talleres de todo tipo, ese mes asistía a uno de manualidades con porcelana fría, de modo que Renjun no tuvo que dar explicaciones de ningún tipo a nadie cuando se calzó las zapatillas y salió precipitadamente de su casa, encaminándose hasta la parada del autobús que lo dejaría a pocos metros de la tienda de música.

~No le digas a Noona~Where stories live. Discover now