hit me harder... (1)

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Desde hacía días, Theo sentía algo.
 
Ese algo era como una presión entre las costillas y algo tibio en el corazón. Cada vez, Theo se relamía los labios secos, saboreándolos. También, cada una de esas veces tenían el gusto metálico de la sangre y, para su sorpresa, sabían bien. (En ese punto, no sabía si sólo se estaba volviendo loco o descubriendo algún tipo de parafilia extraña.)
 
Casualmente, cada maldita vez la sangre había sido consecuencia del puño de Liam (oh, sorpresa) colisionando en su cara. Siempre escuchaba el eco de sus huesos más-o-menos rompiéndose y rechinaba los dientes a causa del dolor.
 
Para su fortuna, Liam siempre paraba.
 
No es que le gustara ser usado como un saco de boxeo, claro está, pero algunas veces temía que Liam se olvidara de su buena moral y lo matara a puñetazos. El chico era realmente rápido y fuerte cuando estaba enojado.
 
Pero nunca sucedió. Ni aquella primera vez, ni el día que le siguió, ni una semana después.
 
Cada vez, el golpe sacudiría su cuerpo y lo llevaría a buscar algo en que apoyarse (la pared, un árbol, el suelo). Los ojos de Liam siempre lo mirarían, ya fueran amarillos, azules o una mezcla titilante de los dos. Tendría los puños apretados, todo encorvado sobre sí mismo, con las aletas de la nariz dilatadas y la respiración saliendo y entrando trabajosamente de su cuerpo. Liam daría un paso vacilante hacia atrás, conteniendo las ganas de más, de más sangre, tratando de obtener un poco de control de donde sea. Ahí, en ese momento, Theo querría correr y quedarse a la vez, porque el calor en su pecho volvería con más fuerza, contraatacando desde el interior, debilitandole los miembros. La garganta se le cerraría, tornandole la voz ronca y grave.
 
Ahora, un soleado martes en medio del bosque, es uno de esos días. Deberían estar patrullando la zona sur de la reserva, pero en cambio, Theo está tirado entre yuyales y piedras que se clavan incómodamente en su culo, todo porque Liam no había podido soportar una pequeña broma sobre su impulsivo y estúpido temperamento (palabras que, Theo piensa con una sonrisa en sus pensamientos, Liam le acaba de confirmar, son completamente verdaderas).
 
Theo saborea la sangre lento, regocijándose en actitud casi arrogante, y Liam (de ojos entre el sol y el cielo) sigue el movimiento con la mirada. El chico de pie abre la boca para decir algo, pero boquea como un pez y sigue allí estático, sin mover los puños ni los pies.
 
Theo mueve un pulgar sobre su propia barbilla, recogiendo una pequeña gota color carmín. Le tiembla un poco la respiración, pero rápidamente hace pasar su error como una risa entrecortada y maníaca y se lleva el dedo a la boca. Ahora, Liam tiene uñas completamente humanas, pero aprieta tan fuerte sus palmas que Theo nota la sangre ajena perfumar el aire.
 
Theo se levanta del suelo, aparentemente tranquilo, aunque no puede evitar tragar saliva. Da un paso tentativo hacia delante, sintiendo como el tiempo pasa lento, preguntándose a sí mismo qué demonios está haciendo una y otra vez. Liam levanta instintivamente el mentón (aunque no logra parecer intimidante ni un poco) y un mechón le vuela sobre la cabeza. El calor se traslada un poco hacia el sur, hacia su estómago, y tiene un poco de ganas de correr de nuevo.
 
Pero no lo hace.
 
En cambio, él levanta su mano derecha, observando la reacción de Liam, sus ojos confundidos, sus labios entreabiertos, el estúpido mechón de cabello que sigue volando al compás del viento. Se ve un poco sorprendido, incluso desconcertado, y Theo es recién consciente de su cercanía y del calor del cuerpo de Liam irradiando contra el suyo. Toma toda su voluntad no reírse con sorna sin ninguna razón, porque es lo que Theo Raeken suele hacer: reír irónicamente, escupir palabras hirientes, ser un bicho raro y definitivamente no dedica su tiempo libre a acercarse mucho a Liam con la excepción de su puño conectando con su cara.
 
Theo corta un poco más la distancia y no sabe por qué, pero su mano está rozando la del otro chico, y ahora Liam muerde tan fuerte sus labios que se hace sangre, la cual seguro debe ser metálica y viscosa en su lengua, como siente Theo en su propia boca. Pero, en cambio, no es consecuencia de un golpe impulsivo, no. Liam está nervioso y retorciéndose incómodamente en su lugar, allí, parado en medio del bosque, con los ojos tan brillantes que parecen el reflejo de un cristal. El chico gira su cuello, estirándolo, buscando alguna salida del extraño comportamiento de Theo, ahora demasiado lejos de sus chistes ácidos y la apatía acostumbrada.
 
Cuando finalmente toma la muñeca de Liam entre sus dedos, el calor se extiende por todo su cuerpo (el pecho, las piernas, el cuello, otras partes). Aún así, se las arregla para plantar una pequeña sonrisa arrogante en sus labios y mirar a Liam a los un poco confundidos y totalmente azules ojos por un momento. Parece vulnerable, completamente desnudo, y Theo se muerde los labios suave y despacio, no para saborear la sangre, sino porque, joder, ¿en qué momento Liam se había vuelto tan… tan apetitoso?
 
Liam jadea y Theo suaviza el agarre en su muñeca, pensando en que había sido demasiado fuerte (porque debía controlarse, aferrarse a algo). Mira hacia abajo, buscando moretones en la piel pálida, pero lo único que encuentra es la mano relajada de Liam, siendo sólo sostenida por sus propios dedos. Gira la muñeca, despacio, tan lento que deja pasar unos cinco latidos de corazón. Así, la palma de Liam queda totalmente expuesta, las marcas en forma de medialuna ensangrentadas decorando la piel como una obra de arte sádica y extrañamente bella. Observa cómo las heridas se cierran, cómo las más profundas se toman su tiempo, mientras que las más visibles y superficiales sanan en un parpadeo. Su brazo se inunda con líneas negras y le duele un poco, pero no tiene la intención de parar. Es tan diferente a todo lo que ha vivido. Es extraño, sí, pero de una manera que hace que el aire que respira sea más puro y sus pies, enterrados en la tierra, más estables y seguros.
 
Cálmate.
 
Pero no puede. Simplemente no, porque el pulso de Liam bajo su pulgar corre de una forma que no debería ser normal.
(Y si no estuviera en este estado se daría cuenta, idiota de él, que el pulso en su pulgar es el suyo, acelerado y excitado y maravillosamente vivo)
 
La respiración frente a él se vuelve cada vez más superficial y se escucha agitada, incluso ansiosa. Theo cierra los ojos fuerte sólo por un momento, pero se ve obligado a abrirlos cuando siente un roce en la mejilla que le pone los pelos de punta.
 
—No entiendo por qué estás haciendo esto —susurra una voz, suave y firme a la vez, haciéndole cosquillas en la sien—, pero funciona.
 
Theo hace una mueca, algo así entre sorprendido y extrañado, porque él tampoco sabe por qué lo está haciendo, más allá de lo que le dictó la estupidez y el deseo suicida de ser vulnerable una vez más. Aún así, se sentía como una necesidad, incluso un deber, acercarse a Liam y tranquilizarlo (él nunca había protegido nada más que a él mismo y sus ambiciones. ¿Cómo resistirse a una sensación desconocida, tan intimidante y atrayente a la vez?)
 
Ahora, el roce se mueve más hacia su oreja, rozando sus patillas de un par de días. Con el movimiento, siente el aliento de Liam chocar contra su lóbulo, y parece que las piernas les van a desfallecer.
 
—Theo… —murmura, haciendo una pausa que se hace eterna. Traga en seco y parpadea lentamente, sus ojos apenas enfocando el árbol donde Liam lo acorraló más temprano, donde todo era más sangre y pelea y menos murmullos y toques—. Suelta mi mano, por favor.
 
Theo siente cómo la vergüenza le invade cada puta fibra sobrehumana de su ser y se aleja de un salto, como si Liam se hubiera convertido en fuego de un momento a otro y su toque le provocara heridas de guerra. Su rostro se inunda de confusión, y Liam no es de menos: tiene la boca abierta, por donde salen pequeñas y cortas exhalaciones agitadas que hacen al cuerpo de Theo vibrar sin razón, y la mirada, siempre tan cristalina y transparente, está cubierta por una niebla que Theo no sabe qué contiene más que desconcierto y algo más (las pupilas están claramente dilatadas, pero el recóndito y primitivo rincón de la mente de Theo dice que lo ignore, que no debe fiarse de ese tipo de señales, que es una mentira). Las manos le tiemblan desvergonzadamente, no sabe si de rabia o exaltación.
 
—Perdón. No quería hacerlo —dice, con la voz estrangulada. Theo siente las repentinas ganas de arrancarse la garganta para no hablar más ("Ya hiciste suficiente, cállate de una maldita vez")
 
Otra vez, su estúpida lengua le juega en contra y suelta:
 
—Estoy bastante seguro que tenías algo ahí. Creo que iba a causar una infección, y con todo lo hay en este bosque, sabes, es mejor tomar precauciones. No queremos que Scott se enoje porque dejé a su beta morir de una enfermedad que se pudo evitar, ¿cier…?
 
—Por qué me tocaste —exige Liam mientras se sostiene la muñeca izquierda y se acaricia la palma con los dedos de la derecha. A él también le tiemblan las manos, pero duda mucho que sea por las mismas razones que él.
 
—Ya te lo dije, Liam —Theo toma la imprudente decisión de dar un paso hacia adelante de nuevo, pero entonces los hombros de Liam se encrespan y se arrepiente de inmediato. Levanta las manos en señal de redención—. Creí que tenías algo en la herida y no deberíamos arriesgarn…
 
—No, Theo, no entiendes —dice, con la voz ronca y animal—. Si estás diciendo la verdad, debes admitir que es una excusa muy estúpida. Soy un hombre lobo, no puede afectarme una tonta infección de quién sabe qué. Theo, por qué me tocaste -toma una exhalación corta, y la mirada aterriza en sus Converse rotas y desgastadas—. Por qué me tocaste así.
 
Theo no responde. Siente como si sus labios estuvieran sellados; no puede hablar, y la lengua le cosquillea. Por primera vez, su mente está en blanco, y no se siente bien.
 
Su boca se inunda de sangre. De nuevo.
 
En un segundo, la herida en su lengua se cierra, pero aún no sabe qué decir y la inquietud le recorre la espina dorsal de una manera que es definitivamente incómoda.
 
¿Por qué? ¿Por qué, cuando está cerca de Liam, algunas veces siente que se le escapa el control de las manos? ¿Y por qué en otros momentos se siente mejor, más centrado, más consciente de sí mismo? 
 
A medida que pasa el tiempo, las heridas en el cuerpo de Liam son cada vez menos profundas. Antes, Theo lo golpearía con todo lo que lleva adentro (rabia, frustración, asco). En cambio, ahora su fuerza es más débil y sus reflejos, más lentos. 
 
(Al final de cada pelea, Liam tendría un interrogatorio marcado a fuego en la cara, pero Theo no respondería ninguna pregunta. Tiene muy claro en que algo le está pasando, pero  no sabe qué es y la existencia de un plan para enfrentar esta nueva problemática es nula.)
 
Entonces, Theo responde.
 
—No sé —dice, y sabe que si Liam no tuviera el oído que ambos poseen, no habría logrado escucharlo.
 
Hay un silencio que cae sobre ellos como una manta invisible de una tonelada, sofocante y aterrador, y parece como si el bosque entero estuviera conteniendo el aliento.
 
Theo siente que el corazón de Tara le va a explotar. La cabeza le da mil vueltas y su cuerpo produce sudor en lugares que, Theo sabe muy bien, no deberían ser posibles. A sólo dos metros de él, Liam lo observa, extrañamente paciente. Tiene las extremidades relajadas y una mirada que casi roza la lástima, atravesando el alma de Theo y partiéndolo en mil y un pedacitos. 
 
Theo no puede soportarlo más.
 
No puede soportar la lástima.
 
No puede soportar el nerviosismo.
 
Theo no puede soportar ninguna de esas cosas. Significan vulnerabilidad, estar desprotegido. ¿Cuándo una criatura que hizo tanto mal puede producir sentimientos de empatía en otro individuo? Theo lo sabe; es cuando lo ven tan pobremente patético que deciden darle una mano y decirle que todo va a estar bien, que lo único que tiene aquí y ahora es el tiempo que va a sanar las heridas. "El tiempo lo cura todo" dirían, con la voz aterciopelada y cuidadosa, justo como se le hablaría a un cachorro herido o a un enfermo en un manicomio. "Espera, y todo estará bien. La paciencia es la clave. Caer y levantarse es una virtud, pero caer y arrastrarse es aprender el significado de la vida" 
 
Eso, piensa Theo, o deciden sacrificarte.
 
Ahora sabe lo que hará.
 
Que se joda la lástima. Que se joda la empatía. Que se joda el puto bosque, aquel estúpido árbol y los yuyos manchados de sangre. Que se joda Liam.
 
Liam, jódete.
 
Va a suceder un auto-sacrificio, y uno en grande

hit me harder (and kiss my wounds then) • ThiamWhere stories live. Discover now